Paysandú, Sábado 25 de Julio de 2009
Locales | 24 Jul Oriundo de Arroyo Negro, descendiente de italianos, casado y padre de dos hijas, se lo ve optimista con un presente que avizora mejor que tiempos pasados. Hoy, radicado en Piedras Coloradas vive sus días de jubilado rural. De su relato se desprende su conocimiento de las actividades de campo, que desempeñó desde muy temprana edad, sin renegar del sacrificio y la dedicación a las tareas ejecutadas.
Sonríe al referirse al presente, aunque recuerda con cierta nostalgia aquellos años que lo marcaron decididamente. “Estuve toda una vida dedicado al campo. Salí de la escuela a los doce años. Cumplí los trece un 3 de mayo, pero recuerdo que el 1º de ese mes mi padre me envió al campo con unas ciento noventa bolsas de trigo, con la orden de sembrarlas en ciento sesenta hectáreas. Y me sobraron treinta y seis kilos, resultado de aplicar lo aprendido en la escuela rural. A pesar de que teníamos una sola maestra, para 72 niños en un solo salón, ahí la matemática no fallaba. Éramos gurises aplicados”.
“A partir de ese día comencé a trabajar decididamente en distintos rubros del ámbito rural. Tuve quesería, chacra, hice mucha agricultura, trabajé en el campo y fui administrador de un establecimiento agropecuario. Hasta que tuve mi propiedad, para poder extenderme un poco más. Me jubilé hace unos cuatro meses, con 73 años, porque cuando me fui a jubilar como patrón rural llegaba a $1.080 y no me daba ni para la sal. Después de trabajar tantos años... Fíjese usted cómo son las cosas”.
Hombre de mirada profunda, de claras convicciones y fluido relato, don Dardo Ricca no se queja de lo que le ha tocado vivir. Al momento de evaluar las nuevas modalidades productivas, sostiene que “hay dos opciones. Yo era uno de los primeros que decía, cuando comenzó la forestación, que iba a ser una riqueza enorme. Hoy digo que lo es para la empresa, pero no para el trabajador. Porque en la forma en la que se están trayendo maquinarias, con solo tres sacan setenta u ochenta camiones por día. Eso no es riqueza para el campo. Yo entiendo que riqueza es cuando el trigo da treinta fanegas por hectárea o la soja cuarenta o cincuenta fanegas por hectárea. Se vende y se come un pan y uno sabe lo que come. Creo que eso es algo que está bien orientado. Por otro lado, soy un ferviente hincha del tambo. Hice tambo, ordeñé a mano toda mi vida junto a mi señora y si no hubiera sido porque tuve un problema de próstata, hasta ahora yo estaría en el campo luchándola, porque me encanta. Tanto, que hice el viaje a Salsipuedes --unos ciento ochenta y cuatro kilómetros-- a caballo”.
“La vida ahora es mejor”, sostiene Ricca, “pero es más cara. Antes, si tenías cincuenta centésimos comías el día. En cambio hoy, con cien pesos no comés. Tenemos más tecnologías, tenemos más medicinas al alcance de la mano, tenemos locomoción con varias frecuencias en el día, que le permiten a uno ir y venir tanto a Guichón como a Paysandú. Poder contar con una Junta Local es una ventaja y tenemos una central telefónica disponible para cuando necesitamos llamar a cualquier lugar. Como ves, se vive bien. Queriendo se vive bien. Hay que medirse, como en todos los actos de la vida, pero toda la vida hubo que medirse. Soy optimista. Por supuesto que hay tropiezos, pero tengo la impresión de que nos vamos a levantar. Al menos, tengo la esperanza”, concluyó.
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