Opinion | 24 Jul Cualquier organización cooperativa que preste un servicio a terceros debe cultivar su lado comercial, haciendo conocer su propuesta para así acceder a contrataciones que hagan viable su existencia. Ese es uno de los aspectos que deberían profundizar las cooperativas sociales en su proceso de formación.
Actualmente las 15 cooperativas sociales formadas en Paysandú, de las cuales trabajan 14, están en su gran mayoría realizando tareas contratadas por organismos públicos, con fuerte participación de la Intendencia Departamental y el Ministerio de Salud Pública, así como otras instituciones. Solo el 30 por ciento corresponde a contratos con privados, ámbito desde el cual progresivamente se va dando lugar a dichas cooperativas.
La modalidad promovida por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) reúne a unas 120 personas, para quienes la integración al grupo cooperativo no solo ha significado una oportunidad de mejorar su condición de vida sino que les ha permitido tener más relaciones sociales y aprendizajes diversos.
Frente al beneficio social individual que prestan a las personas involucradas y por el consecuente impacto en sus familias, la expectativa de ir logrando gradualmente más oportunidades de trabajo en la esfera privada, lo que les permitirá perpetuarse y desarrollarse como organización, es una meta que se hace imperiosa.
Por eso es preciso aportar a los participantes conocimientos relacionados con la arista comercial de la actividad, lo que redundaría en que puedan puedan comenzar a hacer camino propio y consolidar su futuro.
No está mal que instituciones como el Mides promuevan contrataciones con organismos públicos, pero ingresar a la dinámica de trabajo de las empresas privadas les permitirá a los trabajadores ganar terreno y revalorizar las competencias adquiridas. Entonces, que sea la propia cooperativa la que se gestiona y promueve la oportunidad será un paso más en el aprendizaje y en la independencia de cada grupo.