Paysandú, Domingo 26 de Julio de 2009
Opinion | 26 Jul Cuando todavía se escuchan los “alaridos” provocados por las últimas facturas de UTE, con valores que han hecho poner los pelos de punta a la gran mayoría de los usuarios, debido al mayor consumo de los meses invernales --pese a que quien más quien menos cuida al extremo el uso de la electricidad--, el ente igualmente ha propuesto, y seguramente será aprobado por el gobierno, porque es todo lo mismo, un aumento promedial del 9 por ciento en las tarifas desde el 1º de agosto.
Ello quiere decir que agosto va a resultar aún más duro para los bolsillos de los uruguayos, y ni que decir todo 2009, donde el reajuste de los valores de la electricidad que nos vende el ente estatal ya alcanza al 18 por ciento, es decir unas dos veces y media las inflación del período.
En esta oportunidad la línea argumental de UTE es que la sequía ha sido determinante para que no se haya podido utilizar el potencial de electricidad de origen hidráulico, que es la más barata, y que por lo tanto se ha debido apelar al gasoil, al fuel oil y a la compra de electricidad cara a los países vecinos, sobre todo Brasil.
Pero no es menos cierto que el organismo ha sido en extremo parsimonioso, por decir lo menos, para promover la generación por privados a través de licitaciones que han sido muy limitadas y espaciadas, al punto que recién se está por terminar la segunda parte de la primera (por unos modestísimos sesenta megavatios) y a la vez se ha limitado la potencia máxima al oferente privado.
Lo cierto es que por la excusa que sea, el usuario termina pagando los errores, desaciertos y omisiones del Directorio y el gobierno de turno, porque además estamos ante un ente monopólico, que por lo tanto no tiene que preocuparse por bajar costos para que otro no se lleve los clientes, y por lo tanto la eficiencia y la racionalización no son factor para la supervivencia o no de la empresa.
Y en invierno, en verano, en primavera y en otoño, siempre hay un motivo para que el usuario tiemble cuando le llega la factura de UTE, cuando acumula al consumo que nadie puede controlar más que el propio ente en sus medidores, una fecha de vencimiento muy perentoria y encima con el recargo automático de un 10 por ciento –más que la inflación de todo un año-- si se paga aunque sea solo un día después.
Ahora, eso sí, se tiene por lo menos el consuelo de que es una de las empresas “de todos los uruguayos”, para el que quiera seguir viviendo en un mundo de fantasía.
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