Paysandú, Miércoles 29 de Julio de 2009
Opinion | 22 Jul El reciente informe de la Dirección de Planeamiento Urbano a la Junta Departamental sobre la situación actual de las veredas de Paysandú pone en evidencia el problema que generan las columnas de servicios como televisión por cable, teléfonos, electricidad y alumbrado, dado que son obstáculos mayores para la circulación peatonal.
Ciertamente las administraciones anteriores fueron muy permisivas en este sentido, en especial cuando surgieron las empresas de televisión por abonados que por no compartir una columna, instalaban la suya propia incluso separadas por escasos centímetros de una ya existente, al punto que en algunas bocacalles es posible contabilizar hasta veinte de distinto tipo y material.
Pero también es cierto que hasta ahora nadie puso fin a esta práctica y la tendencia continúa en nuestros días cuando se instala algún artefacto de luz o se decide cruzar un cable en cualquier punto de la cuadra. Además de los problemas denunciados por Planeamiento Urbano, otro aspecto a tener en cuenta es la pobre contribución al paisajismo que produce el hecho que la ciudad termina por parecerse a un puercoespín, erizada de columnas de palo, hormigón o hierro dispuestas en total desorden, muchas de ellas sin siquiera respetar la vertical o soportadas debido a roturas en su base, por los mismos cables que se supone deben sustentar.
Mucho de esto se podría evitar obligando a las empresas a compartir las columnas, o mejor aún, a pasar los cables por un conducto subterráneo. Este sistema es más caro, pero tiene ventajas que tal vez amorticen la inversión por el simple hecho de que los conductores no están expuestos a las inclemencias del tiempo y los rayos solares, además que despeja la visual de una maraña de cables.
Basta recordar lo que sucedía décadas atrás en ciudades como Buenos Aires o Montevideo, cuando cada servicio de telefonía suponía un cable cruzando la calle, que terminaron formando un techo virtual que ocultaba el cielo. Paysandú también vivió épocas así, hasta que una reglamentación municipal prohibió cruzar cables aéreos por fuera de las esquinas. Pero esta norma tampoco se respeta ahora, y lentamente algunos sitios de la ciudad se van pareciendo cada vez más a un barrio pobre de Calcuta.
Ya es hora de empezar a pensar seriamente en cómo queremos que luzca nuestra ciudad, para establecer reglas claras y precisas de urbanismo y luego hacerlas cumplir a rajatabla. Para que Paysandú vuelva a ser el jardín de otros tiempos.
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