Paysandú, Miércoles 29 de Julio de 2009

En marcha una obra largamente esperada

Opinion | 23 Jul La puesta en marcha del proyecto de extensión y adecuación de la red de saneamiento de Paysandú, mediante apoyo crediticio internacional, es el punto de partida para un proceso de reparación por OSE, pendiente durante muchos años, desde que este proyecto tuvo sucesivos amagues de concreción que nunca fueron más allá de los papeles.
Tanto es así que el proyecto original debió ser acotado en cuanto a costos y alcances para hacerlo compatible con las necesidades de una ciudad que se ha expandido erráticamente y con ello generado mayores dificultades para llegar con servicios a sectores de la población de la periferia.
La reconversión de la iniciativa conlleva igualmente estar en condiciones de atender servicios en los próximos treinta años, a un costo de poco más de trece millones de dólares para la primera y segunda etapa, siempre y cuando se registre un desarrollo urbanístico que se encuadre en las previsiones, desde que la constante ha sido hasta ahora precisamente la de un crecimiento desprolijo en base a parámetros inmobiliarios carentes de toda planificación. Este aspecto explica posteriores dificultades para llegar con servicios imprescindibles y generar respuestas a medida con parches que son pan para hoy y hambre para mañana, y por cierto que a un muy alto costo.
La red de saneamiento en ejecución nos pondría a cubierto de avatares en las próximas tres décadas y es de esperar que en esta oportunidad se cumplan las previsiones de los técnicos, pero naturalmente subsisten legítimas dudas respecto a la cobertura real que tendrá la red en conexiones domiciliarias de vastas zonas a las que llegarán los ramales secundarios. Porque es preciso tener en cuenta otras experiencias en las que se procuró ampliar el número de usuarios y se tropezó con dificultades tanto de orden cultural como económico para que los beneficiarios se conectaran.
Lo fundamental es contar por fin, después de tanto tiempo, con estas obras que son de alto costo y requieren proyecciones de futuro lo más amplias posible, ante la envergadura de los trabajos y la necesidad de encuadrarlos en un esquema de colectores primarios y secundarios, estaciones de bombeo y otros elementos imprescindibles para obtener los mejores resultados.
Éste es precisamente el paso básico que se está dando y es parte de una impostergable respuesta a necesidades de los vecinos de acceder al saneamiento y por lo tanto reducir los factores de riesgo de contaminación y de afectación de calidad de vida por el uso de cámaras sépticas. Que por supuesto no quedarán eliminadas, por cuanto hay amplios sectores del radio suburbano a los que no llegará el saneamiento tampoco esta vez, y por lo tanto se mantendrán determinados focos de contaminación con desagote en sangradores y cursos de agua cercanos a la ciudad, pero no puede negarse que se habrá de erradicar gran parte del problema.
La incorporación de una planta para el tratamiento de efluentes cloacales, prevista en la segunda etapa, es precisamente el complemento imprescindible para la red, desde que se trata de llegar con vertidos limpios al río Uruguay, luego de decadas y décadas de desagotar en la franja ribereña sanducera, apostando a la capacidad depuradora del caudal del río Uruguay en su curso principal, pero a costa de contaminar una amplia zona.
En realidad OSE estaba debiendo a Paysandú, como a varias ciudades del Uruguay, un sistema de saneamiento y depuración de vertidos a tono con los tiempos, lo que felizmente está en vías de una puesta al día. Que llega tarde pero al menos abre fundadas expectativas de revertir este esquema en dos o tres años, lo que no es poco decir tras un siglo de atraso en la resolución de los problemas crónicos de la red sanducera. Es deseable que tampoco haya que esperar mucho más para que se dé solución a los problemas crónicos de la red de distribución de agua potable, desde que muchas cañerías han cumplido con creces su vida útil, mientras subsisten zonas de la ciudad con baja presión y peor aún, el común denominador es que las reparaciones de pérdidas callejeras se postergan hasta lo indecible, llegan a destiempo y encima, como regla general duran apenas unos días, solo por mencionar algunas falencias.


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