Paysandú, Miércoles 29 de Julio de 2009
Opinion | 26 Jul Más que un foro con las miras puestas en acordar puntos y solucionar diferencias, en la sesión del Consejo del Mercosur que se desarrolló en las últimas horas en Asunción del Paraguay se ha marcado una línea divisoria en el tenor de la discusión entre los sub bloques que componen el acuerdo, por cuanto por un lado se encuentran los socios menores Uruguay y Paraguay, y por otro Argentina y Brasil, con sus respectivos matices de opinión, pero no por ello sin dejar de compartir intereses.
Esta vez Uruguay se ubicó lejos de la quietud y la actitud genuflexa del ex canciller Reinaldo Gargano respecto al Mercosur, cuando hizo todo lo posible --y lo logró-- por evitar la firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, y paralelamente jugó todas las cartas de Uruguay a potenciar su relación con el bloque regional.
Pero muy lejos del “más y mejor Mercosur” que preconizara el presidente Tabaré Vázquez impulsado por la visión de su ex canciller, las cosas han rodado de mal en peor en el bloque, donde los problemas y los desencuentros se acentúan y los dos grandes dictan las leyes a voluntad, sin prurito alguno de desconocer todo aquello que no les interesa.
El ministro de Economía y Finanzas, contador Alvaro García, subrayó en este foro que “somos Mercosur, pero esto así no camina”, en tanto el canciller doctor Gonzalo Fernández, en las antípodas de su antecesor, evaluó que “siendo un país con un mercado doméstico muy pequeño, estamos enfrentando envíos de personal al Seguro por Desempleo, y la paralización de líneas de producción en diversas empresas, como consecuencia directa de las restricciones comerciales aplicadas por otro socios del Mercosur”.
En cuanto al funcionamiento estructural del bloque, evaluó que “el Mercosur no solo no ha avanzado en cuestiones claves del proceso de integración, sino que ha experimentado serias reversiones en el ámbito económico-comercial y en el plano institucional, específicamente en la seguridad jurídica”, pero a la vez hay una serie de situaciones que se han dado en el intercambio bilateral que han marcado serias disonancias entre lo que se dice y lo que se hace entre los países miembros. Un aspecto que se enmarca en estas dificultades adicionales es el referente al hecho de que desde hace varios meses se aumentó la cantidad de líneas arancelarias bajo el régimen de licencias no automáticas previas de importación, lo que implica dificultades notorias que se agregan a las ya flagrantes en el bloque, y concretamente resultado de medidas que ha dispuesto Argentina.
Precisamente el vecino país pretende justificar estas disposiciones en la crisis mundial, que ha hecho caer la demanda internacional, y que en el caso argentino se traduce en medidas proteccionistas que también cuestiona Brasil. El ministro de Economía uruguayo evaluó que de acuerdo a la exposición del representante del vecino país, las acciones proteccionistas de Buenos Aires se adoptaron ante el cambio en el contexto internacional, pero sin reconocer que se trataba de proteccionismo a sus industrias.
También hubo críticas uruguayas a las medidas brasileñas que traban a los productos lácteos uruguayos, pero no se registraron avances debido a que la delegación de ese país no tuvo buena representatividad en la reunión, y se espera hacer un planteo formal ante el propio presidente Luiz Inácio da Silva, en procura de obtener satisfacción a la demanda.
Pero claro, más allá de los aspectos puntuales, la falla clave del Mercosur, hasta de mayor incidencia que los elementos estructurales, es la concepción bilateralista del bloque, aplicada sin mayor disimulo por Brasil y Argentina, que acuerdan entre sí una serie de aspectos de administración y luego lo comunican a los socios menores del Mercosur, como si fuera lo más natural del mundo.
Es decir que apoyados en las asimetrías, por ser las economías más grandes del acuerdo regional, los dos socios mayores disponen sin consultar y según su conveniencia medidas que los beneficien, incluso solucionando divergencias de su relación comercial, para luego transmitirlas a sus socios menores aplicando la política de los hechos consumados y la ley del más fuerte.
Mientras esta visión hegemónica no se modifique el Mercosur seguirá como hasta el presente, poniendo de manifiesto más incertidumbres que certezas, más problemas que satisfacciones y encimando frustración sobre frustración.
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