Paysandú, Sábado 01 de Agosto de 2009
Locales | 26 Jul (Por Horacio R. Brum). Encerrar a 300 personas durante 12 horas en un tubo de aluminio, donde cada una está separada de la otra por el grosor de un brazo y debe comer, dormir y tratar de distraerse en un espacio poco más grande que el del asiento de un auto, crea el ambiente ideal para la propagación de cualquier tipo de microbios. Cuando corren tiempos de pandemia, tales cilindros son además los vehículos perfectos para transportar los virus de un país a otro, y contaminar todo el planeta en pocos días.
En uno de ellos, más conocidos como aviones comerciales de pasajeros, llegó este corresponsal hace algunas semanas a Europa, procedente de Chile, uno de los países latinoamericanos con más casos de la gripe que, según el capricho o la ignorancia de los redactores y editores de noticias, se denomina influenza humana, gripe porcina, gripe A, gripe humana o, correctamente, gripe pandémica H1N1. El vuelo de Lufthansa a Francfort trasportaba pasajeros de todas partes del continente americano, foco principal de la enfermedad. Por ello, si se tiene en cuenta el tratamiento catastrofista que muchos medios de comunicación han dado al tema, eran esperables medidas sanitarias especiales. Sin embargo, durante el vuelo no fue posible observar despliegues de mascarillas ni otros recursos de protección o aislamiento; menos aún se vio en los aeropuertos de salida, escala y destino y solamente a la salida del terminal alemán, unos carteles pegados en las puertas advertían de la pandemia e instruían a quienes supusieran estar afectados por el virus sobre cómo buscar ayuda médica y avisar a las autoridades de salud.
Francfort es el principal punto de comunicaciones por vía aérea entre Europa y el mundo: durante las 24 horas del día y cada pocos segundos salen y llegan vuelos que unen todos los continentes. No obstante, en el aeropuerto se notó más preocupación por prevenir los ataques terroristas que el contagio de la gripe. Durante un recorrido de un mes por el continente europeo, desde el sur de Italia hasta Inglaterra y desde la Selva Negra alemana hasta la ciudad universitaria de Freiberg, en la antigua Alemania Oriental, no se vio control sanitario alguno en las estaciones de trenes, puertos o terminales aeroportuarias, ni personas usando mascarillas en las calles. En cuanto a la cobertura periodística, recibieron más columnas y minutos los efectos de la crisis económica o los escándalos sexuales del Primer Ministro italiano Silvio Berlusconi, que la gripe pandémica. Respecto de la situación latinoamericana, la propagación regional del virus H1N1 perdió por mucha distancia la competencia por la atención periodística, frente al golpe de estado en Honduras.
No se trata de que los europeos estén dando escasa importancia a la pandemia, sino que los gobiernos, concentrándose en el enfoque técnico del asunto, han llegado a algunas conclusiones realistas. La principal de ellas, para determinar el curso de todas las acciones sanitarias, es que es prácticamente imposible prevenir el contagio, como ocurre con cualquier enfermedad común, del tipo del resfrío o la gripe normal de invierno. En consecuencia, no se ve la interrupción de las clases escolares u otras actividades diarias como una herramienta útil para evitar los contagios. En Gran Bretaña, por ejemplo, las autoridades de educación solo permitirán la suspensión de las clases en aquellas escuelas en las que haya sido presa de la enfermedad más de la mitad del cuerpo docente.
Una segunda conclusión, fundamental para poner en perspectiva los efectos del H1N1 y evitar pánicos, es que esta gripe no provoca efectos mucho peores que la variedad común en personas de organismos saludables, bien alimentadas y tratadas a tiempo. En tales condiciones, la mortalidad es baja: una víctima cada 200 contagiados. Desde esa óptica, la gripe pandémica podría ser en muchos países menos letal que la gripe común. Como referencia, la prensa italiana ha subrayado que cada invierno mueren en el país 8.000 personas, de complicaciones pulmonares debidas a la gripe estacional “normal”.
El papel del periodismo, para explicar y poner en contexto las noticias sobre la pandemia, indudablemente está contribuyendo a que el público europeo no sea presa de pánicos irracionales. Los diarios publican análisis serios y con respaldo científico, destacando siempre que, a pesar de la rapidez de la propagación, el virus H1N1 no está provocando una peste apocalíptica. Además, todos los medios siguen de cerca el trabajo científico para el desarrollo de una vacuna. Tanto las instituciones públicas de salud de la Unión Europea, como las principales empresas farmacéuticas del continente, progresan rápidamente en ese campo. Según informó el jefe del equipo de la compañía Novartis, en cuyos grandes laboratorios de biología molecular cercanos a la ciudad italiana de Siena se está buscando el medio para contrarrestar el H1N1, para octubre habrá una vacuna.
El lado oscuro de este trabajo es que la Novartis ya ha dejado en claro que no hará donaciones de vacunas a los países pobres. Sin embargo, otras compañías, como Glaxo, declararon estar dispuestas a entregar gratuitamente sus versiones del medicamento a las naciones de más bajos ingresos y algo similar podría ocurrir con el consorcio gubernamental europeo PanFluVac.
Vista la experiencia europea, se puede afirmar que la gripe pandémica puede ser contenida sin pánicos en aquellos países donde hay una organización sanitaria eficiente, un periodismo responsable y un gobierno capaz de aislar el problema médico de todo virus político. De regreso a América Latina, en otro tubo de aluminio incubador de virus, este corresponsal solo vio a cuatro pasajeros con mascarillas en el aeropuerto de San Pablo, donde también se pudo apreciar que las autoridades brasileñas toman el tema con calma. En Chile, ya se han levantado los controles aeroportuarios y un mecanismo centralizado de salud permite el seguimiento y tratamiento de los casi 8.000 casos existentes hasta ahora. Las muertes llegan a 25, pero el análisis rápido y confiable de sus causas, que por lo general se relacionan con enfermedades anteriores de las víctimas, también sirve para dar al público la dimensión exacta de la amenaza. Después de un pánico inicial, los medios de comunicación han optado por recurrir más a las opiniones de los expertos y los temas de la gripe pandémica constituye actualmente sólo una noticia más. No se habla de suspensión de actividades y pese a que hubo algunos intentos de explotación política del problema por ciertos miembros de la oposición, está predominando la discusión técnica.
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