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Locales | 01 Ago Se acalló su voz, “ya no pisa más el bar”; como carnavalero se fue una madrugada, enfundó su garganta y apagó su voz.
Decimos el “Gardel” del carnaval, porque trasciende las líneas generales de su estilo, pasa por la persona, por el hombre, por la estampa. Cuando utilizamos el “gardel” como adjetivo es porque trasciende lo que cantaba y cómo cantaba. Porque cuando cantaba te hacía sentir un montón de cosas. El “Canario” era lo mismo, era un tipo bárbaro, era un “cantorazo”, por eso un “Gardel del Carnaval” lo encierra todo.
Tenía una personalidad muy especial. Si no lo conocías, podía confundirte si hablaba en serio o te “tomaba el pelo”. Era un hombre humilde, de la calle, del “boliche”, un tipo completo. Muchos se criaron oyendo al “Canario”, aún en las épocas duras, era el que te transmitía algo especial que te sensibilizaba, cuando aludía al “canilla”, o a las calles, porque era un carnavalero de años. De sus 70 años vividos, sesenta fueron de murguero. Ya de “gurí” (desde los 10 años) andaba “entreverado” en esas lides.
En la película “Hit”, en una entrevista dice: “No me gusta cantar”; ahí no se sabe si está hablando con seriedad o “medio en serio, medio en broma”, pero por sus allegados, era así.
Su lugar ha quedado vacío, ocuparlo a futuro será una responsabilidad muy grande, porque cantar “a lo murguero y bien” no se aprende en una academia, sino que, primero se tiene condiciones y luego, se va decantando a lo largo de una vida. Lo del “Canario” Luna era grande lo que hacía. ¡Ojalá alguno pudiera lograrlo! Más de uno aprendió canciones carnavaleras a la sombra de su voz, ese hombre cuya estampa se erguía sola en un escenario, aunque estuviese rodeado de un centenar, era algo especial. P.B.T.