Paysandú, Miércoles 05 de Agosto de 2009
Opinion | 02 Ago Es por cierto un contrasentido que en un país donde hay ya grandes implantaciones forestales en plena explotación para aserrío, fabricación de celulosa, contrachapados y paneles, ente otros usos, y donde se espera extender la incorporación de valor agregado a mueblería y carpintería de obra, entre otras opciones, no se utilice la madera para la construcción de viviendas en una amplia gama que va desde las más económicas hasta las de mejor nivel, como se usa extensamente en numerosos países.
Precisamente en el Uruguay, ante el crecimiento explosivo de los montes implantados al amparo de la Ley Forestal de fines de la década de 1980, se cuenta con una amplia disponibilidad de árboles de uso industrial, fundamentalmente de eucaliptos, a esta altura con un crecimiento que permite contar con piezas de aserrado de gran tamaño para los más variados usos.
No puede extrañar por lo tanto que la empresa Weyerhauser, que tiene instaladas plantas para la elaboración de contrachapado, en Tacuarembó, así como explotaciones forestales, esté encarando contactos a efectos de promover la construcción de viviendas de madera en el Uruguay, teniendo a la vez como antecedentes que desde hace tiempo fabrica paneles para la construcción de casas y tiene en sus miras ampliar el mercado interno.
El factor que hasta ahora ha sido determinante para que no se haya generalizado la construcción de casas de madera, pese a la abundancia de materia prima en nuestro país, es de orden cultural, desde que en Uruguay cuando se piensa en construir este material queda excluido desde el primer momento y solo se piensa en el ladrillo, el hormigón y el hierro como elementos estructurales imprescindibles.
También se ha mantenido durante mucho tiempo el convencimiento –que para los técnicos de la Weyerhauser es un mito-- que la madera es un material de relativa duración, y que al cabo de determinado tiempo necesita ser reemplazado para mantener la integridad de la estructura.
Sin embargo, aseguran que las maderas que se están explotando en nuestro país reúnen las características necesarias para ser utilizadas en la parte estructural de las viviendas, desde que se ha logrado avanzar sensiblemente en los tratamientos de las maderas para su duración a la intemperie, y por supuesto, nadie puede discutir en el caso de los ambientes interiores, las ventajas de la madera como aislante térmico y calidez, así como en lo que refiere a terminación y elemento decorativo.
Actualmente ejecutivos y técnicos de Weyerhauser están encarando contactos ante el Ministerio de Industria, Energía y Minería, así como otras secretarías de Estado que integran el denominado gabinete productivo, con el fin de ponerlos al tanto de las perspectivas que ofrece la madera como elemento de apoyo para construcciones de determinado precio, de forma de incluirla entre los materiales cuyo uso se podría promover para las licitaciones que efectúe el Estado.
Más allá del apoyo oficial que se pueda lograr, evidentemente el gran obs-táculo para su generalización es el de la cultura nacional en esta materia, desde que durante décadas se han puesto en duda las posibilidades del uso de la madera debido a los valores de humedad que se dan en nuestro país, así como bruscos cambios de temperatura, y el convencimiento de que en los lugares en que se usa extensamente se cuenta con maderas nobles que a la vez se usan de estructura en climas preferentemente secos, entre otras condiciones ambientales apropiadas.
Por lo tanto el gran desafío, más que el precio, es lograr la incorporación de la cultura de la construcción en madera como una apuesta confiable para el inversor y el ciudadano común, que pese a las limitaciones económicas, hasta ahora ha preferido apostar al ladrillo y materiales convencionales para asegurarse la duración del techo, por modesto que sea.
Este es precisamente el aspecto en el que debería hacer hincapié esta empresa, como otras del área de la industria de la madera, para convencer el ciudadano, a través de prototipos y ejemplos concretos, que la madera no solo es confiable desde el punto de vista interior, sino que está en condiciones de resistir décadas en nuestro clima, aventando las dudas que persisten por falta de experiencia en la materia.
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