Paysandú, Jueves 06 de Agosto de 2009
Opinion | 01 Ago De acuerdo al diagnóstico de connotados economistas de la vecina orilla, Argentina se está enfrentando a una difícil situación en su economía, que es producto de políticas económicas absurdas y de neto sesgo voluntarista, con objetivos electorales.
En este caso evalúan que en la vecina nación se está registrando un período de “estanflación”, es decir la conjunción de estancamiento con inflación, en tanto para este año se prevé una caída del 2,5 por ciento de la producción en su conjunto.
Esta coincidencia de elementos negativos pone una alta cuota de incertidumbre sobre el futuro inmediato de la Argentina, desde que la crisis financiera mundial y su repercusión en el intercambio comercial solo ha acelerado el proceso y puesto al desnudo los profundos problemas estructurales en la otra orilla, producto de políticas económicas que han ido a contramano del sentido común.
Es que por intereses electorales se han instrumentado medidas de neto corte voluntarista, con multiplicidad de subsidios, y llegado al absurdo de mantener precios internos artificiales del petróleo y el gas, por debajo de los internacionales, para mantener funcionando un esquema productivo sobre la base de determinados costos que resultaron incontenibles.
Y como nada es gratis en este mundo, para sostener estos subsidios, en esta como en otras áreas hubo que buscar recursos de donde fuera, con pesada tributación sobre sectores como la agricultura y la ganadería, que tan pronto cambiaron las condiciones internacionales de los mercados no han podido soportar semejante detracción de recursos.
No puede extrañar entonces que día a día surjan conflictos entre el agro y el gobierno, que en su desesperación por recursos hace peligrar la supervivencia de la gallina de los huevos de oro, en claro desestímulo de la actividad agropecuaria, lo que explica por ejemplo la incesante compra y arrendamiento de campos en nuestro país por productores argentinos, buscando mejores condiciones para producir soja.
Igualmente, pese a estos profundos desacomodos, la Argentina no se encamina a una crisis terminal, porque tiene enormes riquezas subexplotadas, y tan pronto pueda rearmar los esquemas más negativos de las políticas que se han aplicado, podrá zafrar de esta difícil condición, desde que pese a la crisis los “commodities” están en recuperación y hay a la vez algunas señales alentadoras en el peor de los casos le permitirían paliar lo más grave de la coyuntura.
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