Paysandú, Jueves 06 de Agosto de 2009
Opinion | 03 Ago “El temor a los cambios, la deferencia por las ‘vacas sagradas’ y el poder de las corporaciones nos impidieron hasta ahora reformar nuestra sociedad”, evaluó el rector de la Universidad ORT, Jorge Grunberg, al formular una exposición en oportunidad de la ceremonia de graduación en esa institución docente, en la que también reflexionó que si bien en los últimos veinte años ya han gobernado los tres principales partidos, “ninguno de ellos instrumentó los cambios que hacen falta” para que se modernice el país.
El concepto fue formulado por el rector de una universidad privada que contribuye dentro de su área a enriquecer el conocimiento de los uruguayos, que es precisamente donde está planteado el futuro del país, desde que el acceso al conocimiento es lo único que posibilitará llevar adelante una apuesta a la calidad, a la incoproración de tecnología y valor agregado para afrontar los desafíos.
Claro, al fin de cuentas es prácticamente imposible disentir con este diagnóstico, en el que coinciden las principales figuras de todos los partidos y actores de todas las áreas, pero los problemas aparecen a la hora de llevar a la práctica los conceptos cuando las propuestas surgen en forma errática y se trata de salvaguardar intereses sectoriales y de grupos que por supuesto no coinciden con los del país.
Es este el punto en el que se diversifican los caminos y aparece la defensa cerrada de grupos sobre todo por motivaciones ideológicas pero también para defender intereses político-electorales, lo que explica por qué seguimos todavía en la danza de diagnósticos, denuncias y “propuestas” sobre lo que debería hacerse, pero que no se concretan en acciones y muchas veces se quedan solo en los enunciados. El rector Grunberg, de acuerdo a lo que informa el diario El País, puntualizó que “en cada quinquenio” se pensaba que “el próximo gobierno o el próximo partido iba a traer los cambios”, pero que luego que se turnaron en el poder, quedó en evidencia que el problema “no era el partido de turno”.
Por supuesto que es así, porque incluso el Frente Amplio, que llegó al poder en ancas de la promesa de cambios, tuvo todas las oportunidades para hacer los que sus antrecesores no pudieron, al asumir el gobierno con una gran ola a favor, que implicó por un lado la bonanza internacional que permitió excelentes mercados y precios para los productos de exportación, así como desde el punto de vista político, contar con mayorías en ambas cámaras para acordar y promover proyectos de ley que en otras situaciones hubieran requerido un prolongado debate interno entre los partidos y en el Parlamento. Y a diferencia de todos los gobiernos que lo precedieron, siempre tuvo el apoyo del Pit-Cnt, puesto que en muchos aspectos son una misma cosa con el Frente Amplio.
Sin embargo, las trabas internas por tratarse de una coalición de partidos, que se encontró con que la facilidad que tenía para oponerse a todo lo que viniera de los partidos tradicionales se terminó a la hora de acordar para proponer, hicieron que ganaran muchas veces la pulseada los sectores más radicales, los que hicieron hincapié en remover el pasado como fuera, y se perdiera así la oportunidad de acordar para el futuro, que es la gran deuda pendiente que tiene el sistema político uruguayo.
Así, nos encontramos con que la “madre de todas las reformas”, la del Estado, ha quedado en agua de borrajas y por supuesto no se va a aplicar en este gobierno, porque además nadie sabe de qué se trata y no hay voluntad ni tiempo material para hacerlo, mucho menos con campaña electoral de por medio. Y la manida ley de educación, tan debatida luego de recoger la opinión de los gremios en asambleas que no tuvieron nada de participación popular, no le hinca el diente a los reales problemas de la enseñanza en todos sus sectores.
Por lo demás, las corporaciones a las que se refiere Grunberg funcionaron a la perfección en la enseñanza, aunque tampoco les sirve el propio proyecto del gobierno porque no recoge el cien por ciento de sus planteos, y a la vez siguen primando los puntos de vista de las corporaciones de funcionarios públicos y paradógicamente del mismo Pit Cnt, que reclaman su cuota parte de ingerencia y de beneficios por haber contribuido a que la actual fuerza de gobierno asumiera el poder. La ausencia de políticas de Estado, aún en unas pocas áreas estratégicas, explica también parte de los problemas de parálisis a que se refiere el rector, como el hecho de que “las reformas tributarias, educativas, laborales en marcha, ninguna de ellas es compatible con modernizar el país”, y a la vez da la pauta de que la inconsistencia, discontinuidad y el hecho de que cada gobierno traiga su fórmula mágica, es el gran obstáculo para el saldo de modernidad y calidad que tiene pendiente el Uruguay.
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