Paysandú, Sábado 08 de Agosto de 2009
Locales | 02 Ago CAMINOS RURALES: ENTRE LA IMPROVISACIÓN Y LA DESIDIA
El 27 de abril presenté en la Junta Departamental una solicitud para que la Mesa enviara nota al intendente con mi exposición de motivos referente a la urgente necesidad de proveerle la señalización necesaria al camino que de Guichón hacia el este, pasa por Piñera, Merinos, Morató, Tiatucura y Arbolito. (Ese camino, tomando hacia el noreste, pasa por Piedra Sola y Tambores empalmando con la Ruta Nacional Nº 26 en su Km. 198). También solicité que se diera cuenta del tema a las Juntas Locales de Guichón y Tambores con jurisdicción en ese camino.
Ese tipo de solicitud no se pone a votación de la Junta. La Mesa reglamentariamente da cuenta de la misma y procede de acuerdo a lo que el edil solicita. Así fue que mi solicitud (carpeta Nº 398/2009) pasó por el Plenario el 29 de abril y dio lugar a oficio Nº 0331/09 al intendente y juntas locales sobre la “Señalización del camino Guichón-Piñera (el “de abajo” y “el de la cuchilla”) y su prolongación pasando por Merinos, Morató, hasta Arbolito”.
Como no se había hecho nada al respecto y el 9 de mayo se produjo un accidente fatal en ese camino, el 25 de mayo volví a presentar exactamente la misma solicitud para que se le diera el mismo trámite, insistiendo con mi llamado de atención al intendente sobre la necesidad de la señalización del mismo camino. Esa reiteración se trató en sesión del 28 de mayo a la que no pude concurrir (carpeta Nº 535/09). Ese día un edil dijo que debía ser error mío presentar dos veces lo mismo, sin advertir que yo insistía por una solución urgente al punto. El presidente ante la duda sembrada quedó en consultarme si reiteraba oficio al intendente. No lo hizo, pero supongo que lo reiteró como correspondía. O sea: mi interés fue hacer llegar al intendente en el mes de abril y reiterárselo en el mes de mayo, la urgente necesidad de señalizar el camino de Guichón-Piñera-Merino-Morató-Titucura-Arbolito. Tengo pues fundadas razones para suponer que se enteró de esa situación. Pero siguió en la suya: sin hacer nada.
Hete aquí que el 18 de junio, yendo rumbo a Titucura, en la curva de “El Cencerro”, tuve un accidente que casi nos cuesta la vida. Esa curva pronunciada tiene un desnivel de casi 10 metros entre que se toma y se sale de ella, bordeada de enormes piedras sueltas y fijas a ambos lados y para peor con la senda comba hacia afuera. O sea, si habláramos de peralte, que no tiene, deberíamos decir que está peraltada al revés, no para adherir los vehículos a la superficie de rodadura, sino para expelerlos de ella. La única forma de evitar ese “contraperalte” sería tomar la curva por la senda contraria, con lo que el chofer se arriesga en esa curva de casi 90 grados a chocar de frente con alguien que venga en sentido contrario y por su mano. En verdad, ahora que Dios me dejó un tiempo más por aquí, puedo agregar con propiedad que a ese camino además de faltarle señalización, también le falta una Dirección de Obras que sepa hacerlos bien.
Esa gran carencia, madre de todas las demás, arranca por el intendente y su director General de Obras, que de caminos no estudió nada, pero goza del privilegio de que su jefe y correligionario le regale un frondoso sueldo mensual por hablar de lo que no sabe.
Mi interés por la seguridad vial está lejos de ser un asunto personal. Bastan las fechas de mis intervenciones en la Junta. Pero por las dudas agreguemos algunos sucesos recientes en esa zona y en ese camino. El 1º de mayo en esa misma curva volcó una camioneta Nissan arrojando el saldo de seis lesionados. El 9 de mayo en ese mismo camino hubo un accidente con un fallecido y dos lesionados. Y el 24 de mayo en esa misma curva de “El Cencerro” volcó otra camioneta dejando dos lesionados leves. El excelente vecino que me auxilió el 18 de junio, me dijo que él a esa curva “ya la había probado” porque había volcado allí mismo, y a julio de este año se llevan once accidentes denunciados y con parte policial.
Si no quieren atenderme, por lo menos combatan la ignorancia con algún manual que los entere de la importancia de la señalización y de algunos otros elementos de caminería rural. Allí descubrirán que una vez que se pongan a trabajar, con poca cosa se puede hacer mucho por los demás. Es tan solo abandonar ese estado culposo de omisión de funciones en que viven.
Una forma sutil de corrupción es cobrar por un trabajo que no se sabe hacer. En eso la responsabilidad comienza por el superior y sigue por el que lo acepta. ¡Elijan a cual le cae mejor el sayo!
Al ciudadano común que paga y a veces hasta con su vida por tanta desidia, le queda la sensación de que lo que más les importa es pasarla bien haciendo el menor esfuerzo y seducir a los ingenuos votantes para perpetuarse en sus cargos. En fin, como decía Herrera: “mientras el barco se hunde, los de arriba bailan”. Edil Ing. Ramón Appratto Lorenzo.
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