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Paysandú, Domingo 09 de Agosto de 2009

DANILO PLANCHÓN El desafío de progresar

Locales | 07 Ago Dedicado al tambo y a la quesería, desde muy pequeño le gustaron los fierros. Y siempre se lo veía arriba del tractor ayudando a su padre en las tareas de la chacra. Tras culminar la escuela continuó estudios en el liceo de Guichón, a donde viajaba todos los días desde Piedras Coloradas. Pero su adolescencia estuvo marcada por las pocas ganas de estudiar y su predilección por el ruido de los motores de los tractores y la maquinaria agrícola.
Hoy, a los treinta y tres años, Danilo Planchón cuenta por qué luego de andar lejos de su casa paterna eligió volver, quedarse en el lugar que lo vio nacer y encarar un proyecto que lo mantiene activo gran parte del día. “Creo que, en definitiva, es porque siempre tira la tierra de uno”.
“Para nada me gustaban los libros. Era muy perezoso para estudiar”. Fue hasta segundo año liceal y, tras caer enfermo con hepatitis, abandonó por completo los estudios. Alguien acota, desde cierta distancia, que su abuela lo mimaba mucho y eso también ayudó al abandono.
“Me iba bastante bien. Ese año me quedó solo una materia, pero igual dejé. Arranqué como tractorero con unos gringos de apellido Hertz y luego con un tal Hillman. Trabajé con ellos hasta los diecisiete años, después pasé a una empresa forestal y luego ingresé a la forestal de Caja Bancaria, donde estuve unos cinco años. Entré como peón, en la carpintería, pero siempre aprendiendo y tratando de progresar. Creo que solo me faltó trabajar en la caldera y en las oficinas, porque aparte de eso, en ese lugar hice de todo. Cuando me fui de Caja Bancaria ya manejaba camiones y eso me permitió conocer otros lugares. Entonces tuve la posibilidad de ir a Montevideo, porque me había quedado sin otro trabajo que estaba haciendo acá”. Ya radicado en la capital del país “operé una máquina vial y hasta manejé un camión en el rubro de la construcción”, continúa su relato.
“Regresé por el año 2001, como repartidor de productos lácteos de la empresa del pueblo, pero ya las cosas en la planta no eran como antes y el trabajo cayó”. Más tarde fue a trabajar a la ciudad de Paysandú, también como chofer de camiones, hasta que surgió la posibilidad de encarar un emprendimiento propio, con un aserradero que funciona desde hace ya unos cinco años en Puntas de Arroyo Negro, su pueblo natal. “Hago de todo: desde la tala del monte, hasta el proceso de la madera y colocar los productos en alguna barraca o veterinaria en Young o Paysandú”.
Planchón está casado con Paola Martínez y son padres de Enzo. Sobre el final de la charla, nuestro entrevistado confiesa su gusto por lo que hace y manifiesta su satisfacción por dedicarse enteramente a su actividad actual.


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