Opinion | 07 Ago En una semana dedicada a difundir la lactancia materna y revalorizar las ventajas que tiene para el crecimiento y desarrollo de los bebés hasta los dos años de vida y para la madre, resulta significativo fijar la atención en el hecho de la calidad de la experiencia.
En ese sentido la mayor calidad y cantidad de información que reciba la embarazada y su entorno familiar son fundamentales y hasta podría decirse determinantes en el inicio de una buena lactancia. Es importante saber que la leche materna proporciona al recién nacido nutrientes fundamentales para el crecimiento, le brinda defensas contra diversas enfermedades e incide en la disminución de la muerte súbita, entre otros beneficios. Paralelamente, para la madre la lactancia además de representar una experiencia saludable y gratificante, porque fomenta el vínculo con su pequeño, evita hemorragias post parto, disminuye el riesgo de padecer cáncer de mama, útero y ovarios y le permite recuperar más fácilmente el peso adecuado.
Sin embargo el sostenimiento del proceso de lactancia no sólo depende de la voluntad de la madre, sino que hay distintas condicionantes que determinan la continuidad o no de la práctica.
Por ejemplo, --y es de los motivos más comunes de interrupción de la lactancia-- cuando se concreta el reintegro de la madre a la actividad laboral, la cantidad de horas de distanciamiento entre la dupla y luego el cansancio físico y mental de la madre va minando la práctica.
Resulta pertinente plantear que “la primera infancia es etapa clave en el desarrollo y nutrición de las personas, a lo largo de toda su vida” y que “desde el punto de vista sanitario, se habla de 33 meses, 9 de embarazo y 24 meses –sugeridos- de lactancia, como fundamentales y únicos para la nutrición y desarrollo del individuo”.
Sin embargo, a través del énfasis en la situación ideal se carga de presión a la madre, cuando ya en el momento de iniciar la promoción de las prácticas se sabe que en la generalidad, son imposibles de llevar a cabo y que el motivo no es la falta de voluntad.
Entonces corresponde señalar que la oportunidad hace a la experiencia y que se debe aportar una visión clara, diferenciando la situación ideal de las posibilidades reales.