Maldita Inseguridad

Policiales | 09 Ago Esta es la historia de un vecino de la zona del barrio “Las Brisas”, ubicado en Doctor Roldán y Calle 34. El flagelo de la inseguridad lo golpeó como a tantos uruguayos en los últimos años, pero su caso, al igual que el de muchos, tiene características únicas. Sus peripecias comenzaron hace varios meses cuando los ladrones visitaron su propiedad por primera vez, pero continuaron en el juzgado y hoy siguen minando su existencia en la incertidumbre que representa saber que la seccional policial a cargo de su vecindario no cuenta con móvil y que la Justicia no siempre parece estar de su lado.
“Me ‘visitaron’ dos veces: una en enero y otra hace más o menos un mes. La primera vez me desvalijaron más que la segunda”, relató el damnificado, quien vive junto a su esposa e hija. La primera experiencia fue particularmente traumática. Cuando llegó a su casa luego de trabajar encontró un completo desorden y constató que le habían hurtado, entre otros efectos, una cámara fotográfica profesional y una filmadora, pero lo que más le indignó fue que los delincuentes se también se habían llevado la ropa de su pequeña hija.
“Fue espantoso”, recordó.
El autor del segundo robo –ocurrido pocos meses después-- fue el tristemente popular “Caballito”, un delincuente particularmente hábil para vulnerar viviendas y para mantenerse durante meses fuera del alcance de la Policía.
Este preocupado padre de familia comentó que la Seccional Quinta, en cuya jurisdicción se encuentra el Barrio “Las Brisas”, cuenta con un solo número telefónico y cuando radicó la denuncia tampoco contaba con un móvil.
“Tuvieron que venir dos pobres funcionarios en moto. Hay vehículos disponibles para los jerarcas de Jefatura, pero no para la Quinta”, protestó al recordar la primera vez que tuvo que solicitar ayuda a la Policía.
No solo de delincuentes vive la inseguridad
Los ladrones habían vulnerado su privacidad, le habían hurtado incluso la ropa de su hija, pero el destino le depararía más tragos amargos. Este ciudadano también manifestó su indignación con el desempeño del juez Pablo Dalera, ya que tras registrarse el primer robo, el magistrado lo citó a la sede judicial y lo mantuvo durante un largo rato en el mismo recinto junto a los sospechosos y sus familiares.
“Un razonamiento coherente implica citar primero a los ‘chorros’ y luego a los damnificados. Esto es muy fácil de hacer”, opinó.
Además, el supuesto responsable de haber comprado los objetos robados desde su casa compareció junto a una de sus hijas pequeñas y la menor vestía la ropa de la hija del denunciante, quien a su vez se lo hizo saber al juez.
“El juez no hizo absolutamente nada. Por lo menos, al saber que yo había reconocido la ropa, debió librar una orden de allanamiento. Tuve que soportar que se pasearan delante de mí llevando ropas de mi hija”, recordó.
Dijo que también solicitó una audiencia con el juez pero supo que solo atendía en presencia de abogados.
A pesar de todas las vicisitudes que debió atravesar, mantiene su fe en la Policía y reconoce que aun con carencias, los funcionarios honestos tratan de cumplir con su trabajo. “Tengo para agradecerle a la gente de la Quinta, a la gente de Investigaciones y de las seccionales Primera y Segunda”, subrayó.
Recordó que lamentablemente “la gente se está armando”, lo que según su óptica representa “un peligro” para toda la sociedad, pero opinó que el “inaccionar” de la Justicia promueve esta situación. “La Policía captura a un ‘chorro’ y la Justicia los suelta. Entonces la gente piensa que la solución es ‘limpiarlo’ y eso es peligroso, muy peligroso. La gente se está armando y se va a armar lío, porque va a salir alguien cansado y va a matar a alguien”, agregó.
Tal vez no exista una fórmula infalible para reducir los índices de criminalidad, pero sí es posible brindar las debidas garantías a los ciudadanos para que no resulten vulnerados por el sistema. En una sociedad cada vez más segmentada debe quedar claro quién eligió vivir como un ciudadano honesto y quién el camino de la delincuencia.