Opinion | 05 Ago No caben dudas de la trascendencia social del programa “Uruguay Clasifica”, que lleva adelante el MIDES con apoyo municipal en varios departamentos, entre ellos Paysandú. El objetivo final es dignificar la tarea de los clasificadores de residuos, organizándolos como pequeños empresarios, y brindarles las herramientas necesarias para facilitar su trabajo.
En nuestra ciudad existen al menos 110 clasificadores registrados y 97 carros asignados a la tarea de recolección, los que fueron identificados y matriculados oportunamente durante la presente administración. En busca de una mejor organización y control de esta actividad se determinaron dos áreas de acopio: una en el relleno sanitario de Juan Santos al sur de la ciudad, y la otra en el barrio El Curupí, paradójicamente ubicado a escasos metros de la costa del río Uruguay, en una zona que se pretende desarrollar para el turismo y como espacio de recreación.
Respecto a este último entendemos que no es un espacio apropiado, dado que aunque se pretenda ignorar el carácter contaminante de la tarea de reciclaje de residuos calificando al programa como “circuitos limpios”, en los hechos es y seguirá siendo una tarea con alto impacto negativo en el medio ambiente. Por lo tanto es un contrasentido autorizar y hasta fomentar un área de acopio de residuos –en otras palabras, basura—a menos de 100 metros de un parque de recreación natural como es la playa norte de Paysandú, que ciertamente es hacia el único lado que puede crecer la ciudad como balneario puesto que hacia el sur está el puerto y más allá, el drenaje del saneamiento.
Este desacierto en la planificación urbana ya está causando serios inconvenientes medioambientales en la costanera norte, que cualquiera puede comprobar con sólo observar las incontables bolsas de nylon desparramadas por toda la costa, esperando la próxima crecida del río para ser arrastradas por la corriente. De mantenerse el proyecto en El Curupí, una posible solución a este problema sería construir un gran galpón cerrado donde concentrar los residuos, aunque hay que tener en cuenta que una obra de esa envergadura probablemente signifique al equivalente al valor de un millón de kilogramos o más de plásticos reciclados comercializados a valores de mercado, por lo que la viabilidad económica es poco probable. En todo caso, de continuar con el programa en ese sector de la ciudad estaremos cercenando el desarrollo turístico de sol y playa, mientras se cierra por el norte el cinturón de basura que ya destruyó el arroyo Sacra y la playa Mayea al sur de la ciudad.