Opinion | 08 Ago En todos lados se cuecen habas, reza muy bien el refrán, que es válido en todos los órdenes de la vida, y sobre todo en la política, donde quienes un día pretenden sacar patente de intachables quedan en falso y definitivamente “escrachados” por defender a “compañeros” que dieron el mal paso.
Quienes en la oposición acusaron a diestra y siniestra, tanto en situaciones de corrupción como en otras sobre las que arrojaron sombras “por las dudas”, hoy se encuentran con que tienen el fuego adentro de la casa, por lo que no se salvarán de que los alcancen las llamas o de que entren los bomberos y les terminen rompiendo lo que pueda quedar sano.
El actual integrante de la fórmula presidencial del Frente Amplio, Cr. Danilo Astori, fue el primero, por lo menos en forma notoria, de ser víctima –es un decir-- de solidaridades mal entendidas, al defender a ultranza a su compañero de sector y ex director de Casinos, Carlos Bengoa, procesado por manejo irregular de esta dependencia en un sonado caso de corrupción que todavía salpica a otros integrantes del actual gobierno, cuando ejercían el gobierno municipal de Montevideo.
Más recientemente, ante el cobro de horas no trabajadas al Hospital Maciel por una empresa en la que la señora del senador Eleuterio Fernández Huidobro es jerarca --pese a que se lo ha tratado de desmentir de una y mil formas--, la ministra de Salud Pública María Julia Muñoz salió a poner las manos en el fuego por los “compañeros” acusados, para encontrarse con que sabía del cobro irregular y de la “solución” dada por el director del Hospital, al margen de toda formalidad administrativa y evidentemente favoreciendo a la misma empresa, a la que se le preparó además una licitación “a medida” en la que ninguna otra empresa podía encajar, como quedó además demostrado con el hecho de que fue la única que se presentó.
Y lejos de tratarse de una maniobra de la prensa “de derecha”, es simplemente una seguidilla de hechos de corrupción, de amiguismos, clientelismos y desprolijidades cometidas por los “buenos”, lo que pone de relieve que el poder corrompe, y que lo que se pontificaba antes desde la oposición contra los adversarios se ha vuelto un boomerang que resultará muy difícil de esquivar, porque hay demasiadas manos metidas en el asunto.