Paysandú, Domingo 16 de Agosto de 2009
Locales | 09 Ago (Por Enrique Julio Sánchez, desde Estados Unidos) Sonia Sotomayor es apenas la tercera mujer en los 220 años de historia de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Mejor todavía, es la primera de ascendencia latina. Tras un duro proceso de confirmación, en el que debió superar la fuerte oposición de la mayoría de los Republicanos, la jueza nacida en el Bronx, New York, en el seno de una familia puertorriqueña, juró ayer sábado en una breve ceremonia y prometió defender la Constitución y administrar justicia de forma imparcial.
Demostró que quería ser diferente no por latina ni por mujer, sino destacándose en los estudios. Su madre Celina, quien tras la muerte de su esposo se ganó la vida como enfermera, fue el mayor apoyo para sus dos hijos, Sonia y Juan. Los privó de juguetes, pero no de los textos de la Enciclopedia Británica ni de la pensión para que estudiaran en Blessed Sacrament School.
Su hermano se recibió de médico, ella prefirió las leyes. Aprovechó la apertura a las minorías que las universidades dieron a finales de los años sesenta. Qué curioso, lo mismo aprovechó Barack Obama, hoy presidente. En 1972 llegó a la Universidad de Princeton y más tarde a la de Yale, en tiempos que los latinos se contaban con los dedos de una mano en esas universidades y el origen étnico era un óbice para calzar a la perfección en la atmósfera estudiantil, de mayoría blanca.
¿Qué significa para los latinos el nombramiento de Sotomayor? Pues, varias cosas. En primer término reafirma la condición de principal minoría (actualmente el 15% de la población). Los latinos somos capaces de llegar a cualquier posición. Por eso mismo no es disparatado pensar que en un futuro un latino se sentara en el sillón de la Casa Oval. Por eso mismo hoy Sotomayor lleva la mentalidad y cultura latina al supremo tribunal.
Por otro lado, la labor que desarrollará Sotomayor puede servir a quitar el estigma de “mojados” e “ilegales” que frecuentemente tenemos los latinos en Estados Unidos, una nación acostumbrada a la segregación y la separación de clases.
Pero también la labor de Sotomayor pondrá en permanente juicio a los latinos, desde que todo lo que haga (y disguste a los conservadores) será visto a partir de su condición de latina.
Por tanto, el nombramiento de Sotomayor contribuye a la reafirmación de la presencia latina y a su compromiso con esta nación, pero al mismo tiempo también pone a los latinos en un tribunal perpetuo.
El verano avanza. Los Marcovich han partido hacia la costa oceánica para una semana de vacaciones, dejándome la casa y su soledad. La semana pasada, el 5 de agosto, Horacio Gauthier festejó sus 36, con empanadas hechas por su madre Ivonne, cerveza, vino blanco y risa y diversión. Mientras lo acompañaba a ShopRite (un apócope de “shop right” -compre bien-), una cadena de supermercados que opera en New Jersey, New York, Connecticut, Pennsylvania, Delaware y Maryland, puso en su Mp3 “Un Caribe en Nueva cork”, la canción de Ricardo Arjona, del disco Galería Caribe, que cuenta la historia de un inmigrante latino.
Somos muchos los Caribe, no solamente en Nueva York. Sotomayor, aunque nacida en Estados Unidos, por todo lo que debió pasar por su condición de integrante de una familia latina, es una Caribe, una inmigrante que luchó con fervor, tesón y no sin dolor por un espacio propio, por un lugar destacado en una sociedad que habla otro idioma, que tiene otra cultura, otras costumbres.
Nosotros, bastante más anónimos, también somos Caribe, aunque vengamos de bastante más al Sur. Muchos le mandan “a su mulata unas caricias de papel”. Y otros, tenemos las mismas preguntas que la canción: ¿Y qué hace un Caribe en Nueva York que no sea pasar frío y calor engañando a la soledad? ¿Y qué hace un Caribe en Nueva York que no sea extrañar lo que dejó y vivir soñando con volver? Hasta que el sueño deje de serlo.
Como en el caso de Blanca y Griselda Martínez, que la misma semana pasada retornaron al paisito, y en estos días viven renovando abrazos y recuerdos allá en Montevideo, su espacio vital. Pues, sí. ¿Qué es lo que hace un Caribe en Nueva York?
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