PAYSANDÚ INTERIOR

Locales | 14 Ago Hoy el pueblo despertó distinto y con el recurrente comentario: “¡Hoy llega el pago, vecino!” Instantáneamente la noticia corre como chispa en un pajonal y despierta las más diversas reacciones.
Pagan en el pueblo y todos aguardan con ansiedad el arribo del camión de caudales, que anuncia la llegada de la gira de pagos. El boliche se satura de parroquianos desde temprano a la mañana, las amas de casa preparan la comida como si se tratara de domingo; hasta con vino incluido. En la escuela, los niños hacen correr la noticia como si llegara la visita presidencial. Aunque algunos paisanos no titubean en afirmar que ni siquiera la presencia del primer mandatario despertaría tanto revuelo en la comunidad como el anuncio de la llegada del día de pagos.
La mañana está lluviosa, húmeda y fría. El salón comunal de Paso del Parque de Daymán es el punto en el que se genera, en muy pocos minutos, una rápida movida. Ancianos, madres con sus hijos en brazos, gurises correteando de un lado a otro insistiéndole al abuelo que no se olvide de lo que les ha prometido y un par de aparceros un poquito más alegres de lo usual completan la escena.
Los funcionarios del BPS y los guardias de seguridad se mueven con rapidez y eficiencia, saludando a cada uno de los vecinos.
Todo resulta veloz y con una respuesta certera para cada consulta que se sucede a medida que los operarios toman ubicación. Nuestra presencia inquieta a uno de los agentes del orden, que se acerca y con sutileza y diplomacia nos sugiere que nos retiremos. Disparamos un par de fotos más, agradecemos el gesto y nos vamos.
Con anterioridad, la gira de pagos había visitado unas doce comunidades y había desarrollado su actividad en escuelas, salones comunales, parajes y vecinos de establecimientos rurales. Jubilaciones, pensiones y Mides es lo que se paga.
Durante la espera en la explanada principal del salón comunal, no faltó quien descomprimiera esos breves silencios, que parecen eternos, comentándole a otro paisano que no olvidara el asadito que tras una partida de truco de la semana anterior había quedado prometido para el día de cobro de la jubilación. Todo es intenso en ese momento en que unos estampan la firma en el recibo y otros la sustituyen por la impresión del pulgar.