Opinion | 15 Ago No es porque sí que la fórmula presidencial del oficialismo, que encabeza José Mujica, durante la conferencia de prensa realizada el jueves en Paysandú esquivó pronunciarse directamente sobre si compartía o no la iniciativa del mandatario de trasladar los restos del general José Artigas desde el Mausoleo hasta el edificio de la antigua Casa de Gobierno, que será transformada en un museo.
Es que estamos en época electoral, y las encuestas indican que la mayoría de los uruguayos está contra esta trasnochada iniciativa presidencial, en tanto una marcada minoría está en contra y un número aún mayor de compatriotas no se pronuncia. Tanto es así que solo dentro del Frente Amplio hay un mayor porcentaje de personas que comparten la idea, pero también con un alto porcentaje en contra, lo que debería ser tomado en cuenta por quien ha puesto de relieve su intención de hacer solo su voluntad, a despecho de lo que piensen los uruguayos.
Mujica y Danilo Astori se limitaron a señalar que las dictaduras como regla general son proclives a la ostentación y a promover grandes obras, entre las que incluyeron al mausoleo, en un pretendido intento de justificar la iniciativa presidencial, pero sin expresar su respaldo explícito, teniendo en cuenta como viene la mano.
Se cuidaron muy bien de decir que igualmente este gobierno aprovecha como puede las obras también construidas por el gobierno de facto, como la represa de Salto Grande, la de Palmar y los puentes internacionales, por lo que este argumento no solo es insostenible, sino que queda en ridículo ante la opinión pública que analice los hechos sin motivaciones ideológico-partidarias.
Pero la dupla frenteamplista también pecó de soberbia y de mal gusto en la oportunidad, porque junto a varios de sus jefes de sector, pretendieron caricaturizar a los uruguayos señalando que cada uno “quiere tener su Artigas” y depositar sus restos en algún lugar de su preferencia, sobre lo que Mujica incluso mencionó el propio Paso de la Arena, donde nació.
En cambio, Purificación, sede del primer gobierno artiguense, solo fue mencionado al pasar, como un lugar más, en medio de una hilaridad a propósito de sugerencias respecto al tema que no condice en nada con el respeto que debe merecer, aún de quienes pretenden disimular como sea la arrogancia presidencial.