Paysandú, Miércoles 19 de Agosto de 2009

Inversión, pero no siempre en el sur

Opinion | 18 Ago Actualmente está en curso una inversión con vistas al armado de vehículos de origen chino, por un valor de unos 35 millones de dólares, la que tiene como eje fundamental la construcción de una planta ubicada a la altura del kilómetro 38 de la Ruta 1, en el departamento de San José, lo que evidentemente constituye un aporte significativo para el país en cuanto a fuentes de trabajo y proyección para la exportación regional de unidades.
Se trata de un emprendimiento de Effa Motors, en el marco de un proyecto que es catalogado como “estrella” en el sector automotriz, que comprende 35.000 metros cuadrados de construcción para llegar a una capacidad de producción máxima de 40.000 unidades anuales en una siguiente etapa.
Por supuesto, esta capacidad supera largamente la posibilidad de absorción del mercado uruguayo, por lo que estamos ante una iniciativa que conlleva la importación de partes para su ensamblaje y reexportación de vehículos a la región, sobre todo con las miras puestas en Brasil y Argentina, que son los principales consumidores de estas unidades en toda su gama.
La llegada de inversiones, cualquiera sea su perfil, implica una apuesta al país, a su gente, a su institucionalidad, por encima del aspecto coyuntural de qué gobierno esté en el poder, y es preciso preservar que quienes confían en el Uruguay tengan posibilidades de contar con reglas de juego claras más allá del partido que esté en el gobierno, por cuanto además su actividad trasciende una administración, y suele gestarse durante una para plasmarse en la siguiente y proyectarse en el futuro a mediano y largo plazo, más allá de los avatares políticos.
Pero claro, en Uruguay los efectos beneficiosos de las inversiones no pueden evaluarse transversalmente, porque estamos en un país hipercentralizado, que concentra la mayor parte de su población en torno al área metropolitana, es decir Montevideo y gran parte de los departamentos que lo rodean, así como el este, hacia donde se canalizan capitales con fines inmobiliarios con destino turístico, pero paralelamente concatenados con infraestructura en servicios que son a la vez causa y consecuencia para reciclar recursos. Por lo tanto, las bienvenidas inversiones no pueden ser recibidas todas de la misma manera, cualquiera sea su rubro, por cuanto si bien conllevan creación de fuentes laborales e incorporación de infraestructura de apoyo con efecto multiplicador, no es menos cierto que una cosa es lograr la captación de capitales de riesgo en Tacuarembó, en Artigas, en Paysandú, que en Montevideo, Canelones, Colonia o San José.
Por lo pronto, en el caso que nos ocupa, la automotriz de origen asiático aprovecha las ventajas de la cercanía con Montevideo y a la vez se ve favorecida por exenciones y beneficios que otorga el departamento maragato, naturalmente, para captar estas inversiones, que conllevan el plus de contar con una conexión directa y a pocos minutos con la capital, a través de su puerto y dependencias del Estado que están “a tiro de piedra” para encarar gestiones de importación-exportación y de los propios ministerios para acelerar las gestiones.
Y cuando no es la infraestructura, lo es la cercanía con el mayor mercado consumidor en otros emprendimientos, lo que a la vez realimenta el círculo vicioso de la concentración de población, de riqueza y de servicios en el anillo montevideano, en desmedro del resto del país, y sobre todo del Norte del río Negro, que paga el mayor precio por su lejanía con la capital en cuanto a servicios y logística, entre otros factores.
Quiere decir que más allá de los enunciados sobre descentralización –que por ejemplo no se ve en la creación de institutos de medicina altamente especializada fuera de Montevideo-- existen condiciones hasta ahora irreversibles que siguen llevando las inversiones de riesgo hacia el sur, salvo aquellos casos en los que irremediablemente debe incorporarse valor agregado en medio de las zonas de producción y provisión de materia prima, como las implantaciones forestales, lo que explica las plantas de contrachapado en Tacuarembó y la planta de celulosa en Río Negro, entre otros emprendimientos que solo pueden captarse por este factor. Por lo tanto, el Interior real, el de los habitantes de segunda y tercera categoría, sigue esperando que los gobernantes agreguen creatividad, voluntad política y decisión a los consabidos enunciados sobre descentralización, solo para comenzarles a creerles en algo.


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