Paysandú, Jueves 20 de Agosto de 2009
Rurales | 15 Ago Los modelos ganaderos argentinos están atravesando un proceso de cambio. En el futuro es de prever la aparición de nuevas estructuras empresariales (con mayor capital y disposición a asumir riesgo), como así también un avance en los procesos de integración.
Estos conceptos fueron vertidos por el ingeniero agrónomo Juan Carlos Elizalde en el marco de la jornada de la Unidad de Producción Intensiva de Carne (UPIC), realizada en la Eemac, al considerar que por lo tanto “la permanencia de las empresas pecuarias en la actividad exigirá un alto grado de especialización, eficiencia productiva y adaptación a dichos cambios”.
El reconocido investigador argentino sostuvo que el profundo proceso de cambios que atraviesa Argentina, se debe en parte, a una reducción de la superficie destinada a dicha actividad. En el período 1994-2008, la superficie destinada a producción de cereales y oleaginosas pasó de 11.500.000 hectáreas a 24.300.000 hectáreas.
Esta expansión agrícola ejerció una presión sobre los sistemas ganaderos, y obligó a una adaptación a los nuevos escenarios que, sin duda, requieren replantear las estrategias productivas y de alimentación, tanto para una zona como para una empresa en particular. De no mediar un aumento en la producción de las pasturas remanentes cuya superficie no fue incorporada a la agricultura, la alimentación sobre la base de forraje disminuiría respecto a la participación de concentrados al menos en la fase de engorde.
“También es interesante analizar la evolución del stock de hacienda, la producción de carne y la faena, debido a que las mismas no disminuyeron con la reducción de superficie ganadera. Al contrario”, indica Elizalde “la producción de carne aumentó un 11% y la cantidad de cabezas faenadas por año un 17% durante este período”.
Este escenario (menor superficie ganadera, igual stock y mayor producción) es explicado por un cambio en los modelos ganaderos y en los esquemas de alimentación. En este sentido, tal como se comentó, durante los últimos años se observa una menor participación de pasturas de calidad y una mayor incidencia de corrales (mayor uso de granos, silo y subproductos).
Es evidente entonces que la reducción de la superficie de pasturas, la menor producción de la superficie que perdura con pasturas (por no poder hacerse agricultura), el mantenimiento del stock vacuno y el incremento consecuente de alimentación suplementaria a campo o confinada, motivarán cambios inexorables en los sistemas de producción, los que evolucionarán hacia esquemas más especializados.
Evolución
Los sistemas agrícolas y ganaderos van evolucionando en función de los objetivos planteados por las empresas. Estos objetivos normalmente se definen con un criterio económico, lo cual ha llevado a un proceso de intensificación y especialización de los sistemas durante los últimos años.
“El sistema intensivo con corral permitiría concentrar animales en escala e intensificar las variables productivas”, precisa el profesional argentino. “Esto no implica que el sistema no sea mixto (existirán sistemas ganaderos combinados con agricultura especializada para proveer alimento). La implicancia es la disminución de la participación del forraje en el engorde como componente producido de un sistema de rotación (sistema mixto pastoril)”. También se deberá tener en cuenta si los cambios hacia la especialización de los sistemas comprenderán las fases combinadas de recría y engorde.
Elizalde explicó que “los modelos tradicionales de invernada (pastoril con suplementación estratégica) se caracterizaron por combinar la etapa de recría y engorde dentro del mismo proceso de producción, el cual requería un período relativamente largo dependiendo del objetivo planteado (20-24 meses en invernada larga y/o con novillos de alto de peso de terminación y 12 meses en invernadas cortas y/o con novillos precoces de bajo peso de terminación)”. Acotó que “estos tipos de planteos son difíciles de sostener en las zonas mixtas por la competencia con la agricultura, aunque seguramente van a continuar existiendo, en mayor o menor medida, según los resultados técnicos y económicos obtenidos”.
Engorde
La fase de engorde o terminación de la hacienda está en plena evolución en Argentina, la cual no se diferencia, al menos conceptualmente, de la operada en el resto del mundo.
La intensificación del engorde consiste en la inclusión creciente de corrales en desmedro de la utilización de forrajes de alta calidad como consecuencia del avance de la agricultura. Este proceso intensivo es el que primero inició el cambio estructural. Esto motivó además la necesidad de especialización y la conveniencia de encerrar animales recriados, dando origen a la aparición del proceso de recría como única actividad productiva en algunas empresas.
La especialización del proceso de engorde (mayoritariamente a corral) fue motivado por algunas razones tales como: visión externa del negocio, concentración del proceso (frigoríficos, planteos asociados a refinerías, grupos empresariales integrados con la industria del maíz, etcétera), concentración de stocks ganaderos en empresas capitalizadas y con asunción de mayor riesgo y aparición de nuevas estructuras empresariales.
Desde el punto de vista de la alimentación, el proceso de engorde dependerá cada vez más de la utilización de alimentos concentrados (granos y subproductos de la agroindustria).
Los granos de maíz, cebada y sorgo, por su distribución geográfica y características nutricionales, seguirán siendo los granos forrajeros por excelencia para utilizar en esta fase. El uso eficiente del grano de maíz depende del genotipo y nivel de fibra utilizado en la ración.
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