Paysandú, Viernes 21 de Agosto de 2009
Policiales | 15 Ago La Policía investiga la misteriosa muerte de un hombre de 60 años acaecida durante la madrugada de la víspera en una vivienda ubicada en las inmediaciones de Guayabos y Francisco Bicudo. El cadáver fue descubierto por una mujer próximo a las 9.30 e inmediatamente se dispararon especulaciones respecto a las causas de la muerte. En un primer momento trascendió que el dueño de casa había perecido a consecuencia de graves heridas en la cabeza probablemente infligidas con un machete, pero la autopsia practicada en nuestra ciudad no logró establecer fehacientemente las causas. Por estas horas el corazón de la víctima es analizado en la capital del país, ya que cobró fuerza la hipótesis de una electrocución.
Confusa escena
De acuerdo a información extraoficial obtenida por EL TELEGRAFO, alrededor de las 9.30, la inquilina de una habitación ubicada en Guayabos entre Héctor Gargano y Francisco Bicudo –de 35 años-- se comunicó con la Policía para denunciar que había encontrado muerto al arrendatario en la vivienda contigua. Cuando los primeros efectivos ingresaron al inmueble todo parecía indicar que se estaba ante un crimen. El cadáver de Hugo Collares, de 60 años, permanecía tendido boca arriba en la cocina, rodeado por un gran charco de sangre, aparentemente generado por una profunda herida en la cabeza. Poco después, además de personal de la Seccional Primera e integrantes del Comando de Jefatura, acudieron al lugar autoridades judiciales y el forense, quien en primera instancia no pudo determinar las causas de la muerte.
Lo que más atrajo la atención de los investigadores fue la ausencia de armas, así como de indicios de lucha o hurto. Otro detalle que resultó llamativo fue la presencia, debajo del cadáver, de un cable eléctrico, que más tarde –según determinaría personal de UTE-- efectivamente tenía corriente. El cadáver fue conducido a la morgue y la principal testigo, junto a su pareja, prestó declaración en la sede judicial. La hipótesis del homicidio comenzaba a tomar fuerza, pero hasta ese momento solo podía hablarse de muerte sospechosa.
Un vecino bastante peculiar
Ya sobre las 17, el barrio había recobrado su ritmo normal. Vecinos tomando mate en la vereda, niños jugando y muchas especulaciones. Según trascendió, Collares era oriundo de la zona de Sauce de Buricayupí y llegó al vecindario hace aproximadamente 20 años para radicarse en la que por entonces era la casa de sus padres, una vivienda modesta enclavada en la acera oeste de Guayabos, algo elevada respecto a la calzada.
Durante los primeros años se desempeñó regularmente como albañil, pero paulatinamente fue abandonado el oficio para llegar a subsistir en base a “changas”. Sus vecinos lo definieron como un hombre relativamente tranquilo, prolijo tanto en su aspecto físico como en el cuidado de su vivienda, pero compulsivo consumidor de alcohol, adicción que influenciaba su carácter, volviéndolo particularmente irascible. Diariamente –comentó otro vecino- podía vérselo caminar entre su casa y los comercios del barrio adonde acudía en reiteradas oportunidades para comprar vino. En ocasiones recibía visitas y por lo general las veladas concluían con abundante consumo de bebidas.
En varias oportunidades denunció hurtos y responsabilizó a menores de edad que se reúnen a pocas cuadras de allí, pero por lo general todo quedaba en la nada. Hace aproximadamente dos meses, una mujer de unos 40 años –supuestamente dedicada a la prostitución-- le alquiló una habitación ubicada en los fondos de la vivienda y se estableció allí junto a sus dos hijos. Aunque nadie confirmó que estuviese involucrada sentimentalmente con su arrendatario, hubo quienes aseguraron que en más de una oportunidad discutía con él. La noche del jueves, como supuestamente era habitual, la mujer abandonó la habitación y se fue a trabajar, ya que --según parece-- se dedicaría a la prostitución. Próximo a las 9.30 –según corroboraron testigos-- regresó y al ingresar a la casa de su vecino lo encontró muerto, tendido sobre un gran charco de sangre. Había sido visto con vida por última vez la mañana anterior.
Más especulaciones
La pericia forense determinó que Collares no murió a causa de las heridas en la cabeza, por lo que la Justicia dispuso que su corazón fuese enviado a dependencias de la Policía Técnica de Montevideo, donde por estas horas se determinará si efectivamente falleció a causa de una descarga eléctrica. Ya sobre las 19 la mujer y su pareja permanecían detenidos, en tanto la Policía practicaba varios allanamientos en la zona norte de la ciudad en procura del propietario de un carro que supuestamente testigos situaron en los alrededores de la vivienda a la hora en que se produjo el fallecimiento de Collares. Por el momento todo continúa bajo la carátula de muerte sospechosa.
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