Paysandú, Jueves 27 de Agosto de 2009
Rurales | 21 Ago La lectura de la primera parte de este trabajo dio una idea al lector de los millones de toneladas de huesos que se extraen al suelo, en diferentes períodos de meses y años. Ésta es su continuación.
“Estudios del Dr. Miguel C Rubino 1917-1936 en osteomalacia”. En la tremenda sequía de 6 meses entre 1916 y 1917, en que murieron supuestamente más de 5 millones de vacunos en nuestro país, el doctor Miguel C. Rubino constató la extendida gravedad de la osteomalacia en el departamento de Durazno, donde vivía. En 1927 presentó el estudio clínico y su prevención en la Sociedad de Biología. En 1932 la enfermedad recrudeció en Cerro Largo en forma alarmante, abarcando zonas más extensas, como en Treinta y Tres, en campos arenosos. También ataca a ovinos y equinos, pero en vacas paridas causa el mayor porcentaje, como en animales jóvenes, exigentes en minerales.
Puede pronosticarse la enfermedad cuando se generaliza el consumo de huesos por las vacas, que incluso los comen desde una osamenta. También comen tierra y cuerpos extraños (piedras o cantos rodados). Los animales no presentan fiebre y comienzan a presentar manquera y rigidez en la marcha, después se van atrofiando las masas musculares, tomando el nombre de “mal de paleta”. La fragilidad de los huesos se acentúa, afectando la columna vertebral y con fracturas al pecharlos y caer. Las articulaciones se hinchan y se ven abultadas, localizándose en ellas el dolor (similitud con la osteoporosis).
Lesiones del sistema óseo. Hay deformación de las articulaciones y espesamientos de carácter esponjoso, por deposiciones calcáreas, visibles al corte. Su estudio revela alteraciones profundas de la estructura de los huesos. Abriendo una articulación, presenta en sus caras articulares grandes zonas de color rojo intenso, que son la revelación de una gran congestión subcartilaginosa, que explica los dolores que experimentan los animales en la marcha (similitud con osteoporosis en humanos).
Aspectos químicos. El análisis de cientos de muestras de huesos enfermos que hiciera el Dr. Rubino, muestra inequívocamente fuertes o discretas diferencias con huesos sanos, pero la idea brillante del Dr. Rubino fue determinar el volumen del hueso enfermo y su relación con el análisis químico. Este detalle permitió que señalara agudas carencias de calcio y fósforo, de hasta un 50% en el hueso enfermo, esponjoso, comparado con el sano, compacto. Allí radicaba la enfermedad.
Su prevención
o profilaxis
Las experiencias con animales jóvenes, criados en campos con osteomalacia, demostraron que los suplementados con ácido fosfórico y calcio y otro lote solo con ácido fosfórico, no enfermaron, mientras que los testigos se enfermaron. La prevención de la osteomalacia o hipofosforosis debe ofrecer a los animales, pasturas suficientes en fósforo y calcio, recordando que en las edades jóvenes, en vacas preñadas y en lecheras, son altas las exigencias.
Varios métodos
de prevención
Nº 1) Abonar los campos con abonos fosfatados, como superfosfato o fosforitas naturales, oneroso para las grandes extensiones.
Nº 2) Abonar solo una fracción del campo deficitario y sembrar en ella leguminosas y gramíneas. La alfalfa perdura en las sequías por su profundísima raíz, mientras que las praderas son las primeras en sucumbir.
Dichos pastoreos y el heno actúan como suplementos naturales. Las gramíneas son más ricas en calcio y las leguminosas en fósforo.
Nº 3) Suplementar en bateas o con bloques de sales minerales, en los picos críticos de exigencias como preñez y lactancia. Para animales jóvenes, suplementos permanentes.
Nº 4) Todas las cenizas producidas en las estancias del país, de sus cocinas y fogones, deberían acumularse bajo techo y no terminar en el basurero. Pueden añadirse algunos puñados de sal, o simplemente ubicarlas en bateas. El ganado más carenciado, sobreaños o vacas preñadas y paridas, serían los beneficiados. Son cientos de kilos que merecen ese destino.
Nº 5) El destete prematuro o precoz resulta excelente para evitar la enfermedad aguda en las madres. Prever dónde se ubican los terneros o racionar.
Catástrofe en
el largo plazo
El empobrecimiento constante de nuestras tierras, crea un serio problema para la ganadería y los humanos. Las ciudades gigantescas extraen de la tierra nutrientes esenciales que terminan en el mar como deyecciones, impidiendo la reposición mineral de la tierra. El Estado no propone medidas de fondo que atemperen esa imponente sangría de minerales extraídos por los esqueletos de animales, cereales, forestación y demás alimentos, aquí mencionados...
Cuando el calcio y fósforo descienden por debajo de ciertos límites, toda la ganadería sufre, perdiéndose la precocidad, el buen desarrollo y la resistencia a las enfermedades.
La solución está a la vista: imitar el criterio de Nueva Zelanda en este tema, solo para atemperarlo...
Livio Dutto
Médico Veterinario Rural
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