Locales | 24 Ago Es uno de los autos que integran la colección del fallecido Carlos Nan, hoy propiedad de sus hijas.
Una reluciente Coupé Ford de 1937, restaurada en su momento y dejada ciento por ciento original.
En una de las habituales recorridas en busca de automóviles para esta página, nuestro fotógrafo la ubicó y no resistió la tentación de tomar algunas notas gráficas.
Posteriormente conversamos con Federico Gutiérrez quien nos decía que efectivamente, esta notable máquina se mantenía en perfectas condiciones mecánicas, impulsada por el clásico motor V8 original de tapas planas de 85 caballos de fuerza. Este noble motor de 221 pulgadas cúbicas (3.500cc) le valió la mayor reputación para la Ford, por su duración casi infinita y máxima confiabilidad.
Pintada de color negro de fábrica, esta coupé aparece reluciente. Tanto su chasis, como la carrocería y obviamente la mecánica, tras aquella excelente restauración, dan la imagen de un automóvil recién salido de la cadena de montaje, constituyéndose en un referente vivo de la marca y de aquellas notables coupés, que cautivaran a la gente de su tiempo y sirvieran asimismo como base para los primeros autos del TC argentino, el cual con el andar del tiempo las fue reformando, recortando guardabarros y apropiándolas para la instalación de cada vez más potentes motores.
Pero esta coupé de “cola larga” se mantiene intacta.
El frontal con su amplia parrilla vertical, los faros ubicados insertos entre la línea de los guardabarros y los laterales del vano motor, este con sus dos rejillas laterales.
El parabrisas dividido al medio en dos partes.
En los laterales, una puerta por lado con su correspondiente cristal, otro vidrio fijo por detrás, y en la popa la luneta en dos tramos, y el amplio portaequipajes.
Una moldura delgada recorre los laterales y se observan también los largos estribos y las bandas blancas de los neumáticos. Más que una nota entonces, les ofrecemos una versión gráfica de este notable automóvil.
Bien que lo vale, por cierto.