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Paysandú, Viernes 28 de Agosto de 2009

Una mirada desde el escenario

Locales | 23 Ago Durante años, Carlos Soria frecuentó los escenarios como baterista de varios grupos musicales. Entre ellos, Grupo “Imagen” y “Ceibo’s”, con el que tocó 9 años. Sus recuerdos y su mirada nostálgica hacia el pasado provienen desde otro lugar: el del músico, el escenario. Eran tiempos diferentes a los de hoy. Si alguien formaba una orquesta era “para entrar a competir al mercado”; como mínimo “había que tener tres presentaciones por fin de semana”. Y era posible alcanzar esa meta.
Los grupos (bandas, orquestas o como se los quiera llamar) de entonces se enmarcaban en lo que se conocía como “música beat”. “Nosotros éramos liceales en ese tiempo, cuando había una especie de revolución en Argentina con grupos como ‘La Joven Guardia’, ‘Trocha Angosta’, ‘Los Náufragos’”... recuerda Carlos. Dentro de esa corriente, el tema que marcó un antes y un después fue “El extraño de pelo largo”. “Lo interesante era que aquellos conjuntos, que sonaban en todas las radios y encabezaban los rankings, solían llegar a Paysandú contratados por el Club Social Sanducero. “Los veíamos enseguida y ahí nos actualizábamos”. Los jóvenes músicos locales incluso les compraban instrumentos o accesorios a sus colegas argentinos.
“La gente quería divertirse”
En aquella época, un grupo presentaba 3 shows de 45 minutos por noche, alternándose con otro. En el caso de “Ceibo’s”, en la mitad de cada show se incluían dos temas lentos, pero la mayor parte del repertorio debía ser bailable. “Si arrancaba el show y al segundo o tercer tema la gente no bailaba, quería decir que la banda no gustaba. La gente quería divertirse. Fue la época en que muchos se largaron a bailar suelto”. Los músicos aprendían el repertorio comprando long plays de vinilo, “que venían con un promedio de 10 temas. Rescatábamos hasta el setenta por ciento de ellos, porque todos eran bailables. Tenían ese gancho... era música pegadiza”.
Cuando Carlos se afirmó profesionalmente, en 1976, “teníamos 3 toques por semana. Se pagaba muy bien, se podía vivir de la música... Todos los fines de semana teníamos dinero. Salíamos todos los días, nos dábamos gustos, comprábamos las últimas pilchas de marca, cambiábamos de instrumentos… Nos podíamos dar el lujo de cambiar un parche de la batería sin que se hubiera roto”. La Asociación de Músicos de Paysandú había logrado hacer cumplir una reglamentación que establecía la obligación de incluir un número local cuando llegaba un grupo de Montevideo y dos cuando venían artistas argentinos. Las orquestas a veces hacían doblete, tocando en distintos lugares en una misma noche. Carlos recuerda que una vez, a pedido de una admiradora que quiso que tocaran en su cumpleaños de 15, llegaron a hacer triplete.
Las pistas llenas
de gente bailando
La semana de Carnaval o de Turismo significaban “10 días de toques a full, con las pistas llenas en el Social o en el Paysandú Wanderers”. Pero los bailes más grandes eran el 24 de agosto y el 24 y el 31 de diciembre. “En esas fechas, puedo asegurarte, quedaba gente afuera en cualquier local. En el Club Social, adonde iba la clase media, digamos, había lleno total. No había lugar para bailar, la pista quedaba chica. Eran bailes de 1.500 o 2.000 personas. Uno lo vivió desde el escenario y no podía creer ver a la gente que, tan pegadita, bailaba, se divertía y saltaba”. Otros bailes importantes tenían como escenario el Club Paysandú o el Golf Club. Comparados con los de hoy, los bailes de entonces “eran más tranquilos. Te sentabas en una mesa, pedías una bebida, ibas a bailar, volvías y la bebida estaba ahí. Podías dejar el saco, las damas la cartera y no te faltaba nada. Hoy creo que no podés dejar ni la silla”. Los contratos generalmente establecían que los bailes debían comenzar a las 23 y finalizar a las 4. “Hoy en día, a las 4 recién empieza el movimiento”, compara nuestro entrevistado. “Nosotros empezábamos a las 11 y éramos puntuales”. Recuerda entonces lo sucedido un 24 de diciembre. En ese caso, el baile comenzaba a las 0.15. “Cuando llegamos estaban solamente los mozos y el de la discoteca. Pero la orden de la directiva era que había que empezar a tocar. Largamos y estábamos tocando para los mozos. Recién en el cuarto o quinto tema comenzó a llegar la gente, pero al rato ya no entraba más nadie”.


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