Paysandú, Martes 01 de Septiembre de 2009
Nacionales | 31 Ago El Parque Lecocq de Montevideo alberga una de las mayores comunidades en cautiverio del mundo de antílopes Addax Nasomaculatus, una especie amenazada de extinción que las autoridades buscan conservar a través de programas de reproducción y cría.
Estos antílopes, originarios del norte de África, “están en la categoría crítica, con probabilidades de que se extingan en los próximos diez años, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza”, explicó a la AFP la veterinaria Carmen Leizagoyen, encargada del cuidado de los animales en el zoológico Parque Lecocq, en Santiago Vázquez.
En el norte de África “quedan unos 200, no más, en vida libre”, indicó Leizagoyen. A ellos se suman “unos 1.000 que quedan en cautiverio en todo el mundo. De hecho, nosotros somos el tercer zoológico del mundo en tener este número” de ejemplares, después de Texas y San Diego, Estados Unidos.
Los primeros Addax Nasomaculatus (mancha en la nariz) llegaron a Montevideo en la década del ‘80: “un casal llegó al zoológico de Villa Dolores” y luego “en el ‘98, trajimos cinco ejemplares a Lecocq. Ahí comenzamos el proyecto de conservación”, que en once años prácticamente sextuplicó la población, indicó.
“Lo que nosotros hacemos es conservar genes, porque no sabemos qué gen va a poder adaptarse en el futuro”, explicó Leizagoyen, quien añadió que “todos los animales tienen caravanas en las orejas, están identificados con un número y a su vez se les implantan microchips. Todos llevan su árbol genealógico. En base a eso, se realiza una trazabilidad. Sabemos exactamente quién es quién. A esos datos se aplican modelos matemáticos que nos van a decir cómo tenemos que hacer los cruzamientos para tener la mayor cantidad de genes posibles”, agregó.
Leizagoyen indicó que la Cátedra de Genética de la Facultad de Veterinaria, el Instituto de Citogénética del Clemente Estable y el Departamento de Genética de la Universidad de Córdoba, España, hicieron “estudios de genética molecular a cada uno de estos individuos, para determinar si lo que se hacía en base al modelo matemático se correspondía con la realidad, y se concluyó que sí”.
Los 28 ejemplares que habitan en el Parque Lecocq --parque de 150 hectáreas que alberga montes nativos, fauna autóctona y animales exóticos-- están repartidos en tres grupos: por un lado los machos, y luego familias con un macho, sus hembras y los juveniles. “A medida que los machos alcanzan la edad de dos o dos años y medio, los vamos separando, porque se vuelven agresivos entre ellos por competencia por las hembras, y además tenemos que garantizar quién es el padre”, explicó la veterinaria.
Las hembras paren a campo abierto y “nosotros robamos la cría y la encerramos junto a la madre durante unas dos o tres semanas” porque “al principio se nos morían las crías con una tormenta, pero con este manejo logramos tenerlos más cuidados y aumentar la población”, añadió.
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