Paysandú, Sábado 05 de Septiembre de 2009
Opinion | 29 Ago Mientras otro grupo de ciudadanos sanduceros hartos de ser víctimas de robos y agresiones se organizó en procura de sensibilizar a los organismos del Estado, grupos de delincuentes de barrios críticos sanduceros –fundamentalmente menores de edad— se dedicaron a apedrear quioscos policiales para luego escabullirse en las calles de los barrios sin que pudieran ser detenidos, porque no solo pusieron distancia con los efectivos, sino que además --como ocurre generalmente-- recibieron cobijo en casas de la zona.
Estos episodios pintan de cuerpo entero el escenario en que nos encontramos no solo los sanduceros, sino prácticamente todos los uruguayos, en mayor o menor medida, desde que la impunidad con que se desenvuelven los antisociales los ha envalentonado para que lleguen al grado de azote en que se han constituido para la población, ante la pasividad de los poderes públicos y sobre todo del Poder Ejecutivo y los legisladores de la fuerza de gobierno, que están en otra cosa.
No deja de ser un alivio, por cierto, que además de enfrentarnos a esta situación, por lo menos los uruguayos no tengamos encima que escuchar las consabidas arengas de la ex ministra del Interior Daisy Tourné, quien desde su altar de soberbia nos “demostraba” que todo era una creación de la prensa confabulada contra el gobierno.
La realidad, por el contrario, indica que los vecinos no se resignan a ser tomados como carne de cañón por los antisociales y que ante la parálisis del sistema judicial, por sus carencias y leyes absolutamente inadecuadas, la falta de medios de la Policía y la inefectividad y pasividad absoluta del Instituto Nacional del Menor y el Adolescente del Uruguay (INAU) para contener y rehabilitar a los menores infractores, han decidido enfrentar el problema por todos los medios posibles a su alcance.
Y ante este estado de cosas, se corre el serio riesgo de que se pase decididamente a la justicia por mano propia, un extremo en el que terminaremos perdiendo todos, al fin de cuentas, simplemente porque desde el gobierno se ha flechado el concepto de “derechos humanos” y se ha apostado a hipotéticos resultados de políticas sociales dentro de por lo menos una década, las que por supuesto no van a terminar con el problema, porque la delincuencia y la violencia tienen diversidad de orígenes y además las soluciones se necesitan hoy.
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