Paysandú, Martes 08 de Septiembre de 2009
Opinion | 03 Sep A pocos meses de conformado el grupo de patrullaje urbano de la Policía (CEPU), resulta evidente la disminución en nuestra ciudad de algunas modalidades delictivas como el arrebato, particularmente traumáticos para la víctima, ya que además de ser despojada de su cartera o monedero, muchas veces es arrastrada y lesionada por el delincuente.
Sin embargo, lejos de disminuir, otros delitos siguen incrementándose, constituyendo verdaderas olas de ilícitos que preocupan tanto a los ciudadanos como a la Policía. En los últimos meses, el hurto en fincas particulares se ha transformado en un verdadero dolor de cabeza para las autoridades, dado que los delincuentes han alcanzado un elevado perfeccionamiento y son capaces de vulnerar la propiedad mejor protegida, incluso a plena luz del día.
La sección Policiales de EL TELEGRAFO es fiel reflejo de la situación y todo indica que la adopción de estrategias como sistemas de alarma o complejos enrejados no representan ninguna garantía ante la habilidad de los ladrones, cuya predilección parece haberse inclinado hacia las joyas y el dinero en efectivo.
Pero existe otra variedad de ilícito que está transformándose en verdadero sello distintivo de nuestra ciudad: el hurto de motos. Las cifras varían constantemente, pero estamos en condiciones de asegurar que el promedio diario de este tipo de robos se incrementa rápidamente y ya no existen lugares completamente seguros donde estacionar un birrodado.
Sin embargo, a diferencia de otros delitos, el robo de motos en mucho depende de la conducta preventiva de los propietarios. Muchos creen equivocadamente que la tranca que las motos traen de fábrica puede constituirse en obstáculo para los hábiles delincuentes. En más de una ocasión la Policía aconseja reforzar la seguridad utilizando cadenas o maromas con candado, pero el denominador común en los robos sigue siendo la utilización exclusiva de la tranca. No es posible reducir el delito a cero ni colocar un policía en cada esquina, pero podemos ser más previsores y obstaculizar el accionar de los delincuentes.
Es momento de ser más astutos y como decían nuestros padres “no regalarse”.
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