Paysandú, Miércoles 09 de Septiembre de 2009
Locales | 04 Sep En otras épocas, la producción agrícola pautaba el movimiento en la zona de la colonia Ros de Oger. Pero los tiempos cambiaron y los lugareños pasaron de las plantaciones a los tambos. A diferencia de lo que pasa en otros conglomerados que se levantan en lo profundo del territorio, quienes aquí habitan gozan del privilegio de encontrarse cerca de una ruta nacional, que les permite una mejor comunicación terrestre.
Como ocurre asiduamente, la escuela es el referente y punto central en el que se generan una serie de actividades no curriculares, tales como reuniones de la cooperativa escolar y una comisión de fomento rural. Así, la Escuela 37 es, de alguna manera, el motor generador de algunas de estas actividades sociales. Cuenta con dos maestras y una auxiliar y concurren a ella unos veintidós alumnos de inicial hasta sexto año, de nivel socioeconómico, cultural y educativo medio alto. En los últimos cinco años, la media de alumnos que asisten se ha mantenido entre veinte y treinta chiquilines. Aunque la mayoría de los vecinos de esta zona del departamento cuenta con vehículos particulares, seis gurises concurren a la escuela a caballo. Uno de ellos desde cinco kilómetros, procedente de la zona de Santa Kilda.
El establecimiento, que tiene sesenta y dos años, se encuentra ubicado en el mojón 428 de la ruta nacional 3, unos tres kilómetros al sur del centro termal Guaviyú. Funcionó hasta 1949 en una vieja casona ubicada unos dos kilómetros al oeste de la actual, que fue construida en un predio cedido por el Instituto Nacional de Colonización, en territorios de la colonia Ros de Oger.
La escuela 37 integra el agrupamiento “Arcoiris”, conformado por las escuelas 22 de Palmar de Quebracho, 36 de Araújo, 68 de Santa Blanca, 72 de Daymán, 78 de Queguayar y 86 de Meseta de Artigas. El grupo organiza encuentros recreativos y de intercambio, que permiten fortalecer los lazos entre los alumnos y las diferentes comunidades que representan. En los comienzos, la Escuela 54 de Chapicuy también formó parte del proyecto, pero al quedar en un radio urbano se desvinculó del programa.
La represa hidroeléctrica de don Rottini
Originalmente la colonia era agrícola-ganadera, pero los nuevos tiempos han definido una marcada producción lechera, con tambos familiares. Estos campos son habitados por unas veinte familias, lo que significa aproximadamente cien pobladores. De los originarios colonos se recuerda a Negrín, Thome, González y Rottini. Este es especialmente recordado por su ingenio y capacidad de inventiva, ya que por el año 1984 construyó en su campo, sobre el arroyo Guaviyú, una represa hidroeléctrica que abastecía su propio establecimiento. La estructura fue construida por Francisco Rottini, oriundo de Cangüé, con materiales básicamente reciclados. La presa contaba con una plataforma en piedra, cemento y ladrillos. Lo único que compró fue una torre, que sostenía un dínamo que se levantaba a unos cuatrocientos metros de la casa. El cableado de cobre se tendía por medio de postes de madera que posteriormente fueron sustituidos por columnas de hormigón. Tomando como base de su trabajo esta obra, los alumnos de la Escuela 37 ganaron en 2002 un concurso sobre “El agua, derecho de todos”, organizado por la revista Gurises de EL TELEGRAFO. Los niños de aquel entonces recrearon, en una maqueta, la represa de don Francisco Rottini. Una interesante manera de reconocer el trabajo de un vecino creativo, que demostró que con ganas e ingenio podía transformar los sueños en realidad.
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