Paysandú, Viernes 11 de Septiembre de 2009
Locales | 11 Sep Las pícaras ocurrencias que muchos gurises tienen ante determinadas situaciones despiertan en ciertas ocasiones asombro entre los mayores y cómplices miradas entre sus amigos o compañeros de clase.
Esa chispa espontánea – producto de la propia edad – muestra a los pequeños tal como son.
En esta oportunidad relataremos una de esas acciones que desnuda la capacidad de inventiva y rapidez mental, que los niños tienen ante preguntas o consultas que en ciertos casos los pueden comprometer.
En una escuela rural, en lo profundo del Interior, una maestra advirtió que uno de sus alumnos se había dormido profundamente mientras transcurría la clase. La docente prefirió no despertarlo hasta que terminara la misma. Al finalizar y luego de que el resto de los niños y niñas se retiraron del salón, la maestra se acercó y con cuidado lo despertó.
“Escuchame Juancito, ¿qué te pasó que te quedaste dormido toda la clase?” El niño, abrió un solo ojo, la observó por unos segundos y le dijo: “lo que pasa señorita que ayer tuve que hacer un mandado con mi padre”. “¿Y cuánto tiempo te llevó ese mandado Juancito?”, ¿preguntó la maestra. “Toda la noche señorita”, exclamó el niño.
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