Paysandú, Martes 15 de Septiembre de 2009
Opinion | 13 Sep Los sanduceros ya hemos visto las consecuencias de postergar demasiado las inversiones en turismo a través de lo sucedido en las Termas de Guaviyú y Almirón. Por años nuestros centros termales fueron relegados a un paseo de bajo costo para los ciudadanos de Paysandú y Guichón, mientras sus similares de Salto y más tarde los de la vecina provincia de Entre Ríos desde un principio fueron encaradas como un negocio a gran escala para aportar fuentes de trabajo y riqueza a los propios pobladores.
En tan solo algunos lustros la diferencia en servicios e infraestructura entre ambos lados del Daymán son abrumadoras; mientras Guaviyú y Almirón siguen siendo poco más de lo que eran hace 15 o 20 años, en Salto las termas son el motor de la economía que mueve millones de dólares al año. Lo mismo sucedió entre Colón y Paysandú respecto al turismo de playas y río.
Nosotros perdimos décadas de crecimiento en buena medida por la contaminación industrial de nuestras costas, tiempo que Colón aprovechó sin desperdiciar un minuto para desarrollar desde cero una industria que hoy representa la mayor fuente de ingresos de la ciudad. Pero ¿cómo lograron los salteños y los colonienses lo que para nosotros resulta tan difícil? Primero, con una visión clara de los objetivos a largo plazo; segundo, a través de políticas proactivas mantenidas en el tiempo; tercero mediante la obra pública; cuarto, con el empuje de la inversión privada.
Pero nada de esto tiene valor sin ideas e inversión. Lamentablemente en Paysandú vemos cómo año tras año el municipio y su Plan de la Costa van perdiendo brillo en este sentido, tras arrancar con mucha fuerza en 2004, en aquel tiempo con la colaboración directa de empresarios locales. Prevalece el concepto de que lo que hay ya alcanza y no surgen iniciativas interesantes mientras todo se deja para último momento, a la espera de lo que se pueda lograr cuando el verano se nos venga encima.
Pero con un poco de ganas se podrían hacer muchas cosas que serían un gran aporte para la ciudad y el turismo. Por ejemplo, en la zona B del Balneario Municipal existe un muelle de la ex planta de Norteña que bien podría ser la base para un sinnúmero de atracciones acuáticas. Este podría usarse para construir un pasaje de hormigón sobre los pilotes actuales, que serviría como paseo para peatones, amarre de embarcaciones hacia el norte o punto de anclaje de piscinas flotantes sobre el río, incluso con toboganes desmontables como los inflables que están tan de moda en los cumpleaños infantiles.
También hacen falta embarcaciones adecuadas para realizar paseos por el río. Si en nuestro medio no existen, bien podría la Intendencia adquirir o construir una y licitar su explotación. Seguramente para el municipio no represente una gran inversión, puesto que solo se precisa una barca fuerte y grande, algo así como una chata de chapa gruesa con un mínimo de comodidades sobre la cubierta y los elementos de seguridad básicos para los pasajeros. Hasta podría ser construida en el astillero local, lo que aseguraría la mano de obra sanducera. Otro gran aporte sería sumar las playas al norte de Antonio Estefanell a las ya existentes. Bastaría con cubrir la superficie de tierra que da hacia el río con una capa de arena, en un proyecto que de continuarse por varios años extendería la costa en centenares de metros.
Lo ideal sería complementar este proyecto con construcciones de calidad al otro lado de la calle, pero lamentablemente el actual plan urbanístico prefirió destinar estos terrenos a los patios del barrio Curupí. De haber primado otra visión, podrían haberse rellenado y aprovechado para hoteles con vista al río, un barrio de lujo a la entrada de la ciudad o simplemente para concentrar allí toda la oferta de locales bailables –como en Salto--, en un lugar que no molesta a ningún vecino. Pero quizás a esta altura sea tarde para soñarlo, porque difícilmente algún empresario o particular esté dispuesto a invertir en los fondos de un barrio tan problemático, ahora regularizado y asentado para siempre.
Estas son solo algunas ideas que sirven para demostrar que habría mucho por hacer si nos lo proponemos. Lo que no es aceptable es quedarnos estáticos una vez más, para seguir perdiéndole la pisada al turismo.
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