Paysandú, Martes 15 de Septiembre de 2009
Opinion | 13 Sep Es explicable la inquietud de los exportadores uruguayos, tanto de productos primarios como los que incorporan valor agregado, por la caída en el valor del dólar, que afecta seriamente su rentabilidad a la hora de convertir a pesos las divisas y tener que hacer frente a los costos.
Entre los sectores perjudicados figura naturalmente el agro, nuestra principal fuente de exportaciones, por cuanto no solo es afectado por la caída de la divisa norteamericana, que tiene a la vez mucho que ver con la caída del valor internacional del dólar, sino que también sufre las consecuencias de medidas gubernamentales, como los cambios introducidos al régimen de devolución de impuestos.
Directivos de la Asociación Rural se quejaron recientemente ante la cúpula del equipo económico de gobierno por esta situación, sobre todo por darse en el marco de un escenario en el que los costos internos han evolucionado significativamente, mientras paralelamente decaen los ingresos debido a la tendencia descendente de la divisa.
Es indudable que en este último aspecto el margen de maniobra del gobierno es acotado, desde que el dólar está en picada en todos los mercados mundiales, y Uruguay no puede ser una excepción, aunque haya elementos propios que inciden en este panorama complejo para los exportadores.
La inquietud de éstos tiene que ver también con la posibilidad de que medidas del gobierno también estén incidiendo, para utilizar el dólar como un ancla para contener la inflación, lo que hace planear la perspectiva de que estemos ante un nuevo atraso cambiario, que perjudica visiblemente las exportaciones y a la vez potencia las importaciones, lo que terminará afectando la economía y las fuentes de trabajo.
Pero sobre todo, cuando el equipo económico de gobierno que encabezaba el ex ministro de Economía Danilo Astori aludió tanto a que se contaba con espacio fiscal, a la hora de adoptar medidas para contemplar a los sectores afectados por la crisis internacional, lo que se hizo fue sacarle beneficios a unos para mejorar la situación de otros. Es decir, se ha hecho sin costo para el fisco, sí, pero afectando a exportadores como los agricultores, que plantaron en determinadas condiciones y se encuentran en medio del proceso con un cambio en las reglas de juego, que les significa menos ingresos, y que constituye un factor distorsivo que desestimula la inversión en nuestros principales rubros productivos.
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