Paysandú, Miércoles 16 de Septiembre de 2009
Opinion | 16 Sep La medicina preventiva debería ser una de las grandes apuestas de nuestro tiempo, en favor tanto de la población como de las instituciones prestadoras de salud, si tenemos en cuenta que la detección precoz, la identificación de factores de riesgo y la corrección a tiempo de hábitos y conductas, a través de la concientización, conllevan una formidable contrapartida de reducción de morbimortalidad. Claro, ocurre que la idiosincrasia de los uruguayos no es precisamente proclive a la prevención, en ninguno de los órdenes de la vida, y por el contrario, solemos dramatizar y acordarnos de Santa Bárbara cuando truena, es decir cuando es muy tarde o se hace ya muy cuesta arriba revertir lo que se nos ha venido encima y que se pudo haber evitado simplemente con un acto de sentido común a su debido tiempo.
Esta actitud es particularmente grave en el área de la salud, donde la vieja receta de que prevenir es mejor que curar se debe aplicar a rajatabla, pese a los avances tecnológicos y al gran desarrollo de la medicina altamente especializada, porque es cara, se necesita capacitación y equipamiento muy costoso, y no siempre hay garantías de que se podrá revertir un proceso patológico avanzado, en el mejor de los casos.
El mundo moderno, con su alto aporte de estrés, el multiempleo, el sedentarismo y consecuente poco tiempo para dedicar al ejercicio y para ocuparnos de la familia y de nosotros mismos, es un factor negativo en la prevención, por lo que se justifica plenamente la inquietud de las autoridades de la salud pública y privada de apuntar a la concientización y a campañas dirigidas de detección precoz, desde que ello permite reducir riesgos, en favor de la salud del individuo, y a la vez lograr significativos ahorros en materia de actos médicos, al actuar en las primeras fases de los procesos degenerativos y no cuando la enfermedad está instalada y/o avanzada.
En este contexto debe valorarse la actividad que está desarrollando por ejemplo la Federación Médica del Interior (FEMI), la que entre otras acciones inauguró el pasado fin de semana sus primeras jornadas de capacitación virtual de recursos humanos en la atención de las enfermedades más prevalentes.
Esta capacitación en realidad se inició en agosto, con la formación de los facilitadores de cada institución de salud, los que son los encargados de dirigir los talleres en las áreas temáticas que serán abordadas en este semestre, que comprenden diabetes, hipertensión arterial, tabaquismo y violencia doméstica.
El sistema utiliza nuevas tecnologías de la educación, a través de videoconferencias y utilizando el sistema virtual que tiene Antel en todo el país, para capacitar a unas dos mil quinientas personas de FEMI, lo que permitirá que el personal no necesite trasladarse y a la vez evitar gastos económicos individuales para recibir capacitación de docentes de primera jerarquía.
A la vez, en el semestre se realizarán evaluaciones periódicas de esta capacitación, con experiencias prácticas en cada institución, y de esta forma se dará cumplimiento a una resolución de la Junta Nacional de la Salud (Junasa), enmarcada en la reforma de la salud, que establece que en el semestre debe capacitarse como mínimo un 20 por ciento del personal que atiende a los usuarios en los servicios de salud y la mitad de ellos tiene que trabajar en el primer nivel de asistencia.
Precisamente es en este nivel donde debe ponerse énfasis, y sobre todo promover una concientización y amplia difusión de la necesidad de exámenes de rutina, sobre todo a personas a partir de determinada edad o identificados con factores de riesgo, mediante exámenes sencillos que permitan la detección precoz e incluso trabajar antes de que la enfermedad se declare.
En el caso de las mutualistas, donde el costo de las consultas y de los tickets de medicamentos son un elemento disuasivo para actuar en el área preventiva, desde que ello se conjuga con la actitud de amplios sectores de la población de dejar todo para más adelante y restar importancia al tema, está ganando terreno la iniciativa de incorporar programas gratuitos para los usuarios en la faz preventiva, lo que es plausible, al conjugarse los beneficios que resultan de actuar lo antes posible en favor del paciente, con evitar costosos actos médicos a la institución, lo que indudablemente implica una ecuación favorable para todos los involucrados en el sistema de salud.
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