Opinion | 12 Sep Por razones de “oportunidad” el presidente Tabaré Vázquez decidió suspender su decisión de trasladar los restos del general José Artigas desde el mausoleo de Plaza Independencia al ahora denominado “Edificio Artigas”, según lo anunciara en las últimas horas el propio mandatario, en lo que aparece por lo menos como una rectificación de una forma de proceder que había generado rechazo en gran parte de la ciudadanía.
Siempre es saludable cambiar de opinión cuando se percibe que se cometen errores y que en el caso del presidente involucra nada menos que a todo un país, en el marco además de decisiones exclusivamente personales en las que sin embargo embarcó a todo su partido, cuyos legisladores una vez más habían levantado la mano para votar en forma regimentada la facultad de trasladar los restos, de acuerdo a los términos del proyecto de ley remitido en su momento por el Poder Ejecutivo.
Vázquez subrayó que se trata de una “suspensión” debido a la inoportunidad del planteo, pero indudablemente el jefe de Estado sopesó equivocadamente la reacción de la ciudadanía, a la que eventualmente creyó iba a encolumnar detrás de la decisión presidencial para “borrar” de un plumazo lo que considera un legado de la dictadura, cuando el pensamiento ciudadano, y sobre todo de los habitantes del Interior --donde la “manija” de los grupos de presión de Montevideo pierde fuerza-- está lejos de estos condicionamientos político-ideológicos.
La decisión presidencial incluye anuncios como la posibilidad de consultar a la ciudadanía –no da detalles del cómo y el cuando—sobre un tema controvertido, y también alude a la posibilidad de que el destino de los restos pueda ser el que tienen actualmente o algún otro lugar, aunque igualmente sigue adelante con la idea de acondicionar el edificio ahora denominado “Artigas” para alojar la urna con los restos del héroe, lo que confirma que el planteo de suspensión es precisamente de temporalidad y no de fondo.
Y sin dudas, el gran factor condicionante para la decisión presidencial es el resultado de encuestas que dan cuenta de una amplia mayoría de la ciudadanía contraria al traslado de los restos de Artigas, incluso en las filas del propio partido de gobierno, justo cuando estamos a poco más de un mes de un acto eleccionario en el que no es sensato introducir un tema ríspido y con opinión pública adversa a quien ejerce el gobierno.
Es decir que todo lo que se haga será posterior a las elecciones, descartando con el tiempo prudencial un factor negativo para la campaña, lo que a la vez presenta como difícil de justificar que se haya presionado a los legisladores de la fuerza de gobierno para aprobar el proyecto, para luego dejarlo en suspenso.
En política, más que en ningún otro ámbito, intervienen elementos subjetivos determinantes para la adopción de decisiones que a primera vista aparecen como controvertidas, porque responden a valoraciones indebidas en su momento, que de ser llevadas adelante contra viento y marea resultarían perjudiciales, sobre todo en épocas como la actual, donde todo se mide en código electoral, y por ende cuando se argumenta en público a favor de tal o cual tema, no se exponen a fondo los reales fundamentos que guían una toma de decisiones.
De todas formas, siempre es bienvenida una rectificación de rumbos, por encima de las motivaciones, porque abre la posibilidad de que se incorporen otras visiones, más allá de la óptica propia del mandatario en este caso. Un episodio similar tuvo lugar cuando el presidente vetó el artículo de despenalización del aborto en determinadas condiciones, contrariamente a la opinión de la mayoría de la población, y donde sin embargo dejó de lado cualquier posibilidad de plebiscitarlo para que el ciudadano decida.
Ahora se abre un espacio para que Vázquez considere seriamente la posibilidad de que eventualmente los restos del prócer puedan ser alojados definitivamente en Purificación, donde instaló su primer gobierno, en tanto seguimos esperando que el Poder Ejecutivo haga cumplir la ley que habilita la expropiación y creación del parque, si es que realmente la idea es la de homenajear al prócer más allá de ampulosas demostraciones político-ideológicas.