Opinion | 17 Sep De acuerdo a información publicada recientemente en nuestras páginas, a casi un año de su aprobación, la Ley 18.381 de acceso a la información pública continúa siendo una herramienta poco utilizada, tanto por los medios de prensa como por el resto de la ciudadanía. Esta ley establece que todos los ciudadanos de la República tienen derecho a solicitar información a los distintos organismos públicos, con la excepción de –entre otros ítems- aquellos datos referidos a seguridad pública, defensa nacional o que puedan menoscabar las relaciones internacionales, dañar la estabilidad financiera o poner en riesgo la vida humana.
La aprobación del articulado significó un paso adelante en la democratización de un aspecto vital para el normal funcionamiento de la institucionalidad, ya que por décadas la información acumulada en los organismos públicos constituyó un bastión casi inexpugnable para la opinión pública, protegida además por barreras legales y por un intrincado sistema burocrático.
Además de incertidumbres, los años de vacío legal solidificaron el sustento cultural que frecuentemente se interpuso entre el ciudadano común y el ejercicio de sus derechos. Los uruguayos fuimos consolidando nuestro carácter de indiferentes, a punto tal de delegar casi totalmente nuestras potestades a la clase política, no siempre objetivo interlocutor entre los intereses de la mayoría y el aparato estatal.
Como en todos los órdenes de la vida en democracia, la instrumentación de herramientas que confieran cristalinidad y a la vez confianza en la institucionalidad, debe conjugarse con la eficaz divulgación tanto de sus contenidos como de la metodología necesaria para accionarlas en beneficio de la mayoría. Revertir un aspecto cultural firmemente arraigado no es tarea sencilla, pero no debemos quedarnos en la promulgación de leyes. Es preciso inculcar, desde las primeras etapas educativas, el permanente ejercicio de la ciudadanía y de esta forma propiciar el nacimiento de generaciones provistas de un espíritu más crítico y por ende más libres, ya que de esto dependerá gran parte de la consolidación de nuestra preciada democracia.