Paysandú, Domingo 20 de Septiembre de 2009
Locales | 15 Sep Al inaugurar la 12ª Bienal, el presidente de la Asociación de Teatros del Interior agradeció “los juicios y apreciaciones” y “la dedicación, exactitud y minuciosidad” del trabajo del jurado actuante en los encuentros regionales donde se seleccionaron los elencos, cumplidos en julio en Canelones, Carmelo, Artigas y Melo. Esos encuentros fueron además una enorme satisfacción para el movimiento teatral, cuya calidad parece ser cada vez mayor. “Los puntajes obtenidos por los participantes superaron lo exigido en tal forma, que daría la posibilidad de realizar dos bienales”, informó Gonzalo Pérez. “Con un valor máximo de 80 puntos, de 24 grupos presentados, 18 obtuvieron calificaciones de 41 a 72 puntos, lo que da un 75 por ciento de grupos clasificados”.
Para quienes llevan adelante los espectáculos, sin duda la instancia de la bienal debe ser un momento anhelado, sobre todo si se ve el apoyo que sanduceros y visitantes dan con su presencia a los espectáculos. Quien esto escribe asistió a las funciones del Florencio Sánchez, y a algunas en las salas alternativas. En dos obras -- “La caída”, por Kalkañal, de Salto y “Nómades”, por Querubín, de Libertad-- no pudimos ingresar a las salas porque el cupo de entradas era limitado y se vieron rápidamente colmadas. Por suerte, ambos espectáculos se repitieron.
“La lección” y
“Sólo las alas”
En el “Florencio”, cada noche la platea se vio colmada por un público dispuesto a dejarse llevar por magia del teatro. Fue evidente el interés que las propuestas despertaron en los más jóvenes, cuya presencia se hizo notar. La primera noche el grupo local Imaginateatro presentó “La Lección”, de Ionesco, clásico del teatro del absurdo que detrás de su tono humorístico y sus diálogos delirantes aborda las relaciones de poder y la perversión que puede esconderse tras una fachada de conocimiento. Los personajes --un viejo profesor, su joven alumna y una sirvienta--, son interpretados por Esteban Giles, Lucía Campanella y Laura Galín, bajo la dirección de Marcelo Goyos.
La obra que siguió --“Solo las alas”, de Ademu, de San José--, tiene como eje la docencia y los docentes. Los personajes son dos maestros. Uno lleva 36 años de trabajo, tiene un ala rota, y supuestamente ya no está capacitado para trabajar. La otra es una funcionara que vive en un armario, y que lo somete al primero a un minucioso interrogatorio. Desde un cuadro, rige la situación la imagen de Clemente Estable, y es una idea del recordado maestro la que articula la obra. Situada en el depósito de un instituto de formación docente, plantea un diálogo entre la verdadera vocación docente y la mediocridad de los reglamentos, entre el control social y las alas, como alegoría del vuelo del pensamiento humano. Escrita y dirigida por Ernesto Pérez, cuenta con la actuación del propio autor junto y de Beatriz Fortunato.
“Amarte” y “Medea”
En la noche del sábado, la primera obra en el “Florencio” fue “Amarte”, del argentino Pablo Albarello, por el Grupo de Teatro Centro Regional de Maldonado. Presenta la relación entre una madre dominante y asfixiante y su hijo de 40 años. Como se anunciaba en la reseña, la situación resulta todo un enigma para el espectador. Nada es lo que parece. Los personajes viajan (o creen hacerlo) en una nave espacial, y hay un juego con la palabra “amarte”, que puede también escucharse como “a Marte”. Hay referencias a un padre y marido fallecido, a una novia y nuera tal vez imaginaria, y hasta momentos de atracción incestuosa por parte de la madre. El humor de los diálogos no llega a disipar la atmósfera opresiva, resaltada por la presencia casi exclusiva del color blanco en la escenografía y el vestuario, que apenas se atenúa recién al final. Dirigida por Patricia Alvarez, cuenta con las actuaciones de Ariel Mosteiro y Angeles Arena.
En el cierre de esta segunda noche, DeCartón Teatro, de Carmelo, presentó su lectura de la tragedia “Medea”, de Eurípides, con la dirección de Leonardo Martínez.
Como muchos sabrán, la obra gira en torno a Medea, a quien su esposo y padre de sus hijos, Jason, abandona para casarse con la hija del rey Creón. Esto provoca la furia de la mujer, que en su venganza llega a matar a sus propios hijos.
Esta historia, que ya en la Antigua Grecia revolucionó el concepto de lo femenino, es aquí contada con elementos sencillos y a la vez efectivos. Muchos de los comentarios del público a la salida del teatro se referían a la calidad de las interpretaciones de un coro perfectamente afinado y afiatado, que integran Francis Guaraglia, Karina Sosa y Laura Maseo. A ellas se suma ocasionalmente Juan Frache, quien personifica a Jason. Daniela Castro y Francis Guaraglia interpretan a Medea, y Carlos Purstcher a Creón.
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