Opinion | 15 Sep En Uruguay, como en la gran mayoría de los países del mundo, la agenda de debate, ya sea en el ámbito de órganos deliberativos oficiales o en el contexto doméstico y laboral, está claramente influenciado por los medios de comunicación.
Así, en ese intercambio donde cada día parece acentuarse la unilateralidad, el gran público utiliza a los medios de prensa como parámetro único para evaluar la realidad, olvidándose por momentos de referentes capaces de brindar una visión más profunda y que raramente –a diferencia de los actores políticos- usufructúan grandes espacios en los medios de prensa.
En el ámbito de la Salud, un claro ejemplo del poder beneficioso de los medios de comunicación fue la llegada a nuestro territorio de la pandemia de gripe A H1N1, cuyos alcances fueron permanentemente monitoreados por la población ya sea a través de la televisión y los diarios, como valiéndose de otros recursos como la radio y los medios digitales. Cuando la enfermedad desembarcó definitivamente en nuestro país, un alto porcentaje de la población estaba debidamente informado y en condiciones de hacer frente a la amenaza sin necesariamente entrar en pánico.
En el caso de la aún vigente amenaza del dengue, los reportes de prensa han sido fundamentales para que esta enfermedad se mantenga fuera de fronteras, aún cuando países como Argentina y Brasil enfrentan grandes dificultades para detener su avance. Sin embargo, existen otras amenazas de mayor incidencia, cuyas estrategias de prevención no siempre encuentran canales fluidos hacia la opinón pública. Hoy se celebra el Día Mundial del Linfoma, afección cuya incidencia en nuestro país es cada día mayor, ya que actualmente la padece 9,1 de cada 100.000 habitantes. Se trata de una modalidad de cáncer sumamente tratable y detectable a través de sencillos exámenes, pero los casos –fundamentalmente entre la población joven- siguen en aumento. La Salud puede ser una noticia y es entendible que la dirigencia de los medios masivos de comunicación busque seguir de cerca a la enfermedad “del momento”, pero esto no significa soslayar otras amenazas que, aunque silenciosas, están entre nosotros.