Locales | 20 Sep *Finalmente la tormenta pasó y el Sol iluminó a los jinetes. El día se presentó espléndido para cabalgar, con un aire fresco, mientras el Sol aportaba la dosis de calor. No obstante algunos piensan que este año partieron menos caballos debido a la lluvia del primer día. Unos seiscientos jinetes salieron el viernes de Paysandú.
*De todas formas, la columna de caballos se veía impresionante a lo largo de la ruta. Mucha gente se sumó a la cabalgata durante su desarrollo, algunos por comodidad y otros por proximidad.
*A pesar de las lluvias recientes, no se formó mucho barro ni siquiera en las zonas bajas y los arroyos no presentaron obstáculo alguno para cruzarlos a caballo.
*En la Meseta todo estaba muy bien dispuesto, con mucha prolijidad y con el pasto cortado. De noche se notó un buen trabajo de la dirección de Alumbrado Público.
*La leña de los fogones la aportó la Intendencia y no le faltó a ninguna aparcería. Sin embargo, algunos comentaron que les tocó solo de eucalipto, que por ser leña “blanca” no es la más adecuada para cocinar.
*Ya sobre el atardecer era sorprendente la cantidad de gente en el predio de la Meseta de Artigas. Miles de personas de todas las edades, pero principalmente jóvenes de entre 12 y 25 años. El Encuentro con el Patriarca es una opción cada vez más preferida por este grupo etario por sobre las tradicionales termas en primavera.
*El peso de la tradición se hizo sentir sobre el escenario. Al momento de recibir su reconocimiento el pionero de la marcha, Ramiro Zeni, una tabla del piso en el borde trasero cedió y provocó la caída del payador Julio Nelsis y del aparcero Daniel Peculio. Este último comentó que lo quiso “apadrinar, pero me salió mal y me fui al piso con él”.
*Los celulares ya no son cosa de la ciudad exclusivamente y pasaron a ser de uso común también en la gente de campo. Este año, a solicitud de la Asociación de Sociedades Tradicionalistas, Ancel instaló una radiobase sobre la propia Meseta. El servicio resultó muy útil para mantenerse en contacto con los compañeros “perdidos” en la inmensidad del predio.