Opinion | 24 Sep Es verdad que las comparaciones “son odiosas”, pero desde hace muchos años, al debatir sobre turismo, los sanduceros solemos utilizar el modelo salteño como parámetro de acierto y viabilidad. Citamos el ejemplo de Termas de Daymán, sobredimensionamos sus prestaciones y añoramos aquellos años en que nuestras Termas de Guaviyú eran referencia obligada en la agenda turística regional. El tema, recurrente por estos días, despierta la innata erudición del uruguayo común, por lo general experto en fútbol, psicología y –claro está- negocios, y si son ajenos, mejor. Resulta que más allá de circunstancias como la cercanía de una ciudad importante y un tendido internacional de tránsito prácticamente libre, una de las grandes explicaciones del auge que desde hace años atraviesa el área de Daymán, radica en la visión de un grupo empresarial dispuesto a efectuar una apuesta ambiciosa, pero a la vez sostenible. El crecimiento experimentado por este complejo turístico y la multiplicidad de posibilidades que ofrece, es un ejemplo de que la demanda sigue incrementándose y el negocio aún tiene mucho para dar.
Una máxima en el área de ventas sostiene que para conseguir un cliente es necesario trabajar durante meses, mientras que para perderlo basta un solo error. Entonces la pregunta es ¿cómo pudimos dilapidar nuestra clientela? Quizás con años de cometer los mismos errores. ¿Podemos recuperarnos? La respuesta es: por supuesto, pero apostando a nuestras fortalezas y aplicando la estrategia más revolucionaria en materia turística: la buena atención al visitante.
Los complejos turísticos del vecino departamento tienen grandes ventajas, pero no hacen la diferencia en la buena atención, ni en el nivel de muchos de sus servicios. Usufructúan hábilmente sus fortalezas, pero tampoco representan un modelo inalcanzable. La naturaleza ha sido especialmente generosa con nuestro departamento y en especial, con nuestras áreas termales. Tenemos lo que nadie, estamos creciendo en infraestructura, pero debemos saber cómo vendernos y trabajar para fortalecer el área de atención al público, por años menoscabada e incluso hoy con evidente carencia. Copiar no siempre es bueno, pero si hemos de imitar cosas, que sean las mejores. Lo más importante, ya lo tenemos hace mucho.