Paysandú, Sábado 26 de Septiembre de 2009
Opinion | 26 Sep El cambio de criterio en la contabilización de delitos como las rapiñas llevó a que hace poco el ministro del Interior, Jorge Bruni, relevara al jefe de Policía de Montevideo, a quien al fin de cuentas hizo responsable de que el “toqueteo” estadístico determinara que bajara unos puntos el porcentaje de delitos de rapiña respecto a igual período anterior, cuando en realidad el proceso había sido inverso, es decir que esta modalidad había crecido. El mecanismo fue el incluir como “hurto” simple la rapiña en la que el producto de la sustracción por la violencia fuera el celular, que es una porción importante en la estadística, y este solo cambio de carátula en una modalidad tan extendida fue determinante para que se dijera que había mermado la cantidad de rapiñas, y por lo tanto calificado como un éxito de la política gubernamental en la materia.
El cambio que a primera vista puede aparecer intrascendente, fue empero clave para confirmar que la tendencia delictiva se mantenía y ello debe alertar acerca del cuidado que se debe tener al efectuar comparaciones cuando se modifican intempestivamente criterios y se establecen comparaciones como si todo fuera la misma cosa, generando una distorsión marcada a la hora de evaluar los datos. Este concepto es válido en todos los órdenes, sobre todo a medida que nos vamos acercando al día de la elección, y por lo tanto los intereses político partidarios juegan un papel cada vez más preponderante a la hora de presentar logros y críticas, cuando además cada parte pretende hacer valer sus razones por la fuerza de repetirse en los argumentos y en las cifras, como si fueran verdad absoluta, desde que dar un paso en falso puede tener costos electorales irreversibles a esta altura de los acontecimientos.
En este caso, la maniobra o el error --según el ángulo del que se mire-- quedó al descubierto y quien pagó los platos rotos fue el jefe de Policía capitalino, pero no ha quedado claro al fin de cuentas si fue él quien impartió la orden, para qué y sobre todo si siguió alguna directiva de las anteriores autoridades ministeriales, llegado el caso, porque de ser así ya entran a tallar responsabilidades políticas.
Pero el jefe de Policía es uno de los “fusibles” de los ministros del área, como también lo son éstos del presidente en tanto cargos de confianza política, y en este caso el tema en realidad debió dilucidarse en el Parlamento, en oportunidad de la interpelación a Bruni, en la que quedó expuesto el error y pese a que en estas instancias se contó con el respaldo de la bancada oficialista, como es costumbre en la actual administración, igualmente a las pocas horas el secretario de Estado asumió la responsabilidad y cesó al titular de la jefatura capitalina.
Otra área en la que el cambio de criterios quedó al desnudo, y que con fundamento debe inferirse que se ha hecho con la intención política de presentar las cosas más dulces de lo que realmente son, es el de la cartera de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, que ha exhibido como “logro” el haber concretado 45.253 “soluciones habitacionales” en el quinquenio.
Este concepto de solución habitacional se ha asumido tradicionalmente como sinónimo de incorporación de nuevas viviendas, y sobre este parámetro es que se han seguido estadísticamente las acciones tendientes a reducir el déficit habitacional en el país, especialmente crítico, naturalmente, en el caso de las viviendas de interés social, pero a partir de esta administración se ha utilizado recurrentemente el término “solución habitacional” con otra acepción, sin que nadie saliera a explicar nada en su momento.
Así, nos encontramos con que el fantástico número de las supuestas 45.000 viviendas construidas era un fiasco, como es además comprobable a ojos vista por el agudo déficit que se mantiene en el acceso al techo propio, y según explicó el titular de Vivienda, Ing. Carlos Colacce, se contabilizan como “solución habitacional” las garantías de alquiler, la regularización de asentamientos, la calle de entrada a un asentamiento computa una solución habitacional por cada una de las viviendas del lugar, como así también las entregas de materiales para construir un baño o alguna otra dependencia también, y así sucesivamente, entre otras posibilidades.
Y si bien el ministro consideró que “no es cuestión de ver quien hace más casas, sino de cuantas familias resuelven su problema”, cuesta poco advertir de que realmente se está pasando gato por liebre y no puede haber equívocos que las cifras se han manipulado para presentar un escenario que dista un abismo de la realidad.
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