Opinion | 26 Sep La reciente denuncia de un edil en la Junta Departamental respecto a las peripecias que siguen sufriendo vecinos de calle 33 Orientales, en proximidades de avenida Salto, como consecuencia de las pérdidas de caños de OSE, plantea de cuerpo entero un grave problema que se manifiesta desde hace años en la capital sanducera, que afecta seriamente el estado de la vialidad urbana y lo que es peor cuesta mucho dinero, inconvenientes y molestias a la población. En este caso concreto el organismo ha construido un ramal de agua por la vereda, para posteriormente encarar la comuna reparaciones de los cortes de calle y asfaltarlas en los respectivos tramos. Pero la felicidad de los vecinos duró lo que un lirio, desde que a los pocos días las conexiones a este ramal comenzaron a romperse y volvieron las consabidas pérdidas de agua.
Por supuesto, este problema nada menos que en un asfalto recién colocado fue un duro golpe para ciudadanos que se aprestaban a disfrutar por lo menos durante un tiempo un pavimento en buen estado, pero tras los “arreglos” definitivos personal del ente y lograrse el reasfaltado del tramo, nuevamente se registraron fugas.
Aparentemente el problema ha quedado solucionado a través de la contratación de una empresa privada, pero nuevamente amplios sectores han quedado sin bitumen, con el inconveniente del polvillo o lodazales cuando llueve.
El gran responsable de este estado de cosas, por supuesto, es la ineficiencia del ente, desde que además no estamos ante una excepción sino ante un estado de cosas que se da una y otra vez en prácticamente toda la ciudad, sin que se logren las respuestas que la población con toda lógica exige de un organismo que continúa a la zaga en tecnología y cumplimientos.
Peor aún, encima de largas demoras en acudir a reparar pérdidas hace el trabajo en forma precaria y al poco tiempo el problema reaparece, lo que implica doble trabajo para su personal de calle --que es escaso-- y a la vez obliga a repavimentación, nuevos gastos de tiempo y dinero por la Intendencia, que tampoco se caracteriza por brindar respuestas ágiles a los problemas de los vecinos.
No es posible que la población siga de rehén de una problemática que se arrastra desde hace muchos, demasiados años, y es hora de que se busquen soluciones reales, sin paños tibios, asumiendo las responsabilidades en lugar de repetir las mismas excusas una y otra vez.