Paysandú, Lunes 28 de Septiembre de 2009
Locales | 27 Sep Petróleo: ¿Bandería política?
La búsqueda de petróleo en Uruguay es de vieja data, desde principios del Siglo XX. En 1963, la Universidad de Columbia (EE.UU.) comentó la existencia de una cuenca sedimentaria en la plataforma continental uruguaya. Esa depresión de la corteza, que está rellena por más de 7.000 metros de rocas sedimentarias, es conocida como “Cuenca Punta del Este” aunque está bastante lejos del departamento de Maldonado (130 kilómetros mar adentro).
En los años 1970-1971 comenzó la exploración offshore en la plataforma continental, en aguas poco profundas (300 metros), con relevamiento sísmico, gravimétrico y magnetométrico. Con la base del relevamiento realizado por CGG, Ancap entendió que estaban dadas las condiciones para realizar, en 1974, una ronda de licitación offshore de bloques de exploración en la actual Cuenca Punta del Este. Las empresas interesadas fueron Chevron, Exxon, Texaco, y Gulf, de las cuales las dos primeras presentaron ofertas (Exxon realizó un relevamiento sísmico complementario). Chevron fue la adjudicataria de uno de los bloques de exploración, bajo contrato de riesgo, donde entre 1975 y 1978 realizó un relevamiento sísmico complementario y dos perforaciones, el pozo Lobo (de 2.713 m) y el pozo Gaviotín (de 3.631 m) mar adentro casi enfrente de Montevideo.
Ambos pozos resultaron un fracaso. Aunque no descartaron la presencia de petróleo o gas, definieron a la zona como de alto riesgo exploratorio. En 1982, un relevamiento sísmico complementario contratado a la empresa Western, demostró que los pozos estaban en estructuras abiertas, por lo que no podía encontrarse petróleo o gas entrampado. Años más tarde, el descubrimiento de petróleo en cuencas de características geológicas y geofísicas similares (por ejemplo, la cuenca Campos en Brasil o la cuenca Orange en el margen atlántico africano), permitió relanzar los estudios en la cuenca Punta del Este, aumentando el área de análisis.
En 1993 el gobierno de Luis Alberto Lacalle publicó la resolución N°930/93, que fijó el primer régimen abierto de adjudicación de áreas con potencial de explotación de hidrocarburos. Hoy estamos hablando de dos zonas adjudicadas en la cuenca de Punta del Este que comienzan a 130 kilómetros de la costa, y siguen mar adentro en la que participan YPF (40%), Petrobras Uruguay (40%) y GALP de Portugal (20%).
Para los uruguayos la sola mención de la palabra petróleo nos pone los pelos de punta. Por “nemotecnia” lo asociamos con el aumento de combustible y su cadena de imponderables tarifazos. Estamos como el que se quemó con leche que ve una vaca y llora, no obstante, cuando de petróleo se trata no se justifica prender la máquina de impedir con argumentos no probados al solo fin de generar “batallas pírricas” que sirven para sumar o restar votos pero no benefician en nada a la población. Que Uruguay tenga o no petróleo es un riesgo probable, lo que sí es seguro que si no lo tiene seguiremos haciendo la plancha por varias décadas má. La contaminación visual a 130 Km de la costa solo es posible usando un telescopio, la ecológica no es muy distinta a la actual, por nuestras costas pasan todo tipo de barcos petroleros desde y hacia Buenos Aires o costas patagónicas, en la zona de José Ignacio se descargan el millón y algo de barriles mensuales. La extracción como tal tiene riesgos similares a lo de cualquier otro país que tiene petróleo en sus costas como, por ejemplo, Brasil (ciudad de Rio de Janeiro).
El riesgo que hay que vigilar si encuentran petróleo es el de la caja del Estado, no sea cosa que se lo lleven y a cambio nos dejen monedas o de que sigamos pagando fortunas por el combustible que consumimos con el argumento de que hay que comprarlo a valor internacional. Alberto Moroy
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