Paysandú, Viernes 02 de Octubre de 2009
Opinion | 02 Oct La cada vez más baja calidad de la educación, que por supuesto no se va a revertir ni mucho menos distribuyendo computadoras en las escuelas, es una rémora para el país de hoy y el del futuro, en cuanto a la posibilidad de capacitación para inserción laboral en todas las áreas, y a la vez plantea desafíos que serán muy difíciles de afrontar si no se logra un diagnóstico más o menos aproximado de los factores que influyen para que se de este escenario.
De acuerdo al informe “Los servicios de cuidado para niños, niñas y adolescentes relativos a la educación en el Uruguay”, de la socióloga Silvia Santos, asesora del Banco de Previsión Social, entre 2004 y 2008 la escuela pública perdió más de 13.000 alumnos, y de cada tres adolescentes pobres uno no estudia. Asimismo, el estudio da cuenta de que la matrícula de Secundaria cayó en más de 20.000 alumnos entre 2003 y 2007.
Estos guarismos se dan precisamente cuando una de las condiciones supuestamente establecidas para acceder a las prestaciones del Panes era que debían presentarse los comprobantes de que niños y adolescentes de las familias beneficiarias cursaban los respectivos estudios, lo que plantea la disyuntiva de si esta condición realmente fue eficaz para evitar la deserción o si por el contrario, no se aplicó como debía para asegurar esta concurrencia.
Existe una gama de posibilidades para explicar este escenario preocupante, porque resulta que no solo se ha perdido en calidad de los egresados, que refleja asimismo que se ha retrogradado en la parte docente y en la motivación de los alumnos, sino también en las exigencias para los egresos, lo que explica por ejemplo que las autoridades de Primaria hagan hincapié en que se ha abatido el índice de repetición.
Y si esto es así, solo se estará actuando sobre cifras pero no aplicando correctivos para mejorar la calidad, en lugar de adecuar la enseñanza a la chatura general, la pérdida de valores y el conocimiento “light”, que en buena medida es también facilitado porque los estudiantes valoran cada vez menos la lectura y el estudio profundo de los temas, para apostar al instrumento informático de rápido acceso de Internet. Esta brinda respuestas al instante pero no involucra la asimilación que todo estudiante debe tener en base al estudio, en lugar de contar con que cuando quiera tendrá a mano la información que no necesita retener en la memoria para profundizar el conocimiento.
Sin querer, con esta reflexión seguramente hemos aportado alguna explicación de las razones para que se dé este estado de cosas, pero no debemos quedarnos en un diagnóstico parcial ni muy limitado de los elementos que influyen y que en su conjunción revelan un desinterés del alumnado por la formación para salir a ganarse la vida con otras posibilidades, en un mundo en el que precisamente el conocimiento es la herramienta clave para la inserción laboral y el desarrollo.
En época electoral este debería ser un tema fundamental de campaña, antes que el cruce de insultos, de reproches, de temas del pasado y de buscar el error del adversario, porque de ello depende el futuro, aunque no arrime votos para la próxima elección ni tal vez para la siguiente.
Y si bien los problemas empiezan en la formación primaria, la mayor deserción y pérdida de referencias se da en Secundaria, la que no se ha adaptado a los nuevos tiempos y a los requerimientos de formación y capacitación laboral, salvo en el caso de UTU, pese a que la escuela técnica también presenta falencias para esta actualización y motivar a un alumno que por lo general es disperso y requiere estímulos.
En realidad, la acumulación de conocimientos generales que se imparten en este nivel de la enseñanza dista de colmar las expectativas de un joven que desde temprana edad requiere inserción laboral, muchas veces en apoyo de su hogar y/o para tener la posibilidad de cursar materias que tengan que ver con su orientación vocacional, pasando del conocimiento abstracto al dirigido a un objetivo específico.
Es decir, corresponde evaluar seriamente la necesidad de que Secundaria se enfoque como un paso inicial para la inserción laboral, que incluya áreas que tengan que ver con la inclinación del alumno en lugar de hacerlo navegar en la indefinición durante demasiado tiempo, lo que hace que vaya perdiendo interés y desestimulándolo en un estudio que le puede parecer inútil y desacompasado de sus intereses profesionales.
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