Opinion | 28 Sep Faltan pocos días para las elecciones nacionales. Entre otras tareas, la Corte Electoral tiene que preparar una urna plástica que va junto a la principal conteniendo las hojas de votación, lo que se suma a la tarea asignada históricamente de preparación y desarrollo de los actos eleccionarios.
Las tareas se incrementan y se hace necesario que los funcionarios efectúen horas extra. El ministro de la Corte Electoral, Edgardo Martínez Zimarioff, dijo al diario “El País” que el organismo trabaja a buen ritmo dentro de sus limitaciones. No obstante, aclaró que hay un riesgo de atraso en el trabajo electoral como consecuencia de la nueva logística impuesta y que se está haciendo un importante esfuerzo, analizándose diariamente hasta dónde se puede llegar con las tareas.
Sin embargo, las autoridades de la Corte Electoral enfrentan un problema nuevo: un gran número de funcionarios no quieren aceptar horas extra porque superan la franja del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, que les quita un porcentaje importantísimo de sus ingresos.
Aun cuando el gobierno estableció el año pasado un mecanismo para que el cobro del medio aguinaldo y del salario vacacional no eleve la franja para el pago del IRPF, las horas extra aumentan el salario del trabajador, llevando en muchos casos al cobro del impuesto para los casos en los que se estaba por debajo del mínimo no imponible o el pasaje a otra franja.
Años atrás las horas extra resultaban tentadoras. Pero las cosas han cambiado y el IRPF juega en contra al momento de decidir trabajar más, pasar los topes salariales e incrementar así los valores a aportar por concepto de este impuesto. Más de un trabajador anda con la calculadora en la mano y, al aproximarse al borde de la franja, decide rechazar las horas extra. ¿Trabajar más para que, al recibir el sobre del sueldo, resulte que se ha obsequiado al Estado parte de esa labor extra –por no decir toda-- por haber cruzado la franja? Da para pensarlo dos veces.