Opinion | 04 Oct En opinión publicada el 3 de diciembre pasado expresábamos nuestro beneplácito por la recuperación de los adoquines de calle Sarandí frente al Mercado Municipal. Subrayábamos la importancia de recuperar un patrimonio enterrado bajo el asfalto, a la vez de ser una opción adecuada para el pavimento si los trabajos se hacen correctamente. Incluso propusimos extenderlo a la zona portuaria, en principio por avenida Brasil, de forma de potenciar este barrio histórico. Pero todo esto pierde sentido si las cosas se hacen mal, por cuanto no se trata de hacer intransitables las calles solo para que se vean bien. Y este es el caso del piloto que se lleva a cabo en calle Sarandí.
Aquel entusiasmo manifestado originalmente por la comuna se vio empañado por una obra retrasada, plagada de improvisaciones y cambios de planes, para la cual incluso se pensó en sustituir los bloques de piedra por otros de hormigón que nada tienen que ver con el carácter histórico del empedrado. Aseguraron posteriormente que se iba a levantar completamente para nivelar la base de la calzada y volver a colocar artesanalmente las piedras originales, tal como se hace en todo el mundo cuando se pretende hacer bien las cosas. Pero lo que finalmente se hizo fue un trabajo mucho más modesto y solo se retiraron pequeños sectores que jamás coincidieron en altura entre sí, por lo que resulta un mamarracho que no superaría el más burdo control de calidad.
Paradójicamente en materia vial esta administración se ha caracterizado por hacer poco pero bien, como es el caso de las reparaciones en el hormigón de Charrúas o avenida España, o las escasas calles que se imprimieron con carpeta asfáltica, por ejemplo Dr. Luis Alberto de Herrera o asimismo Charrúas en los tramos de bitumen. Sin embargo en esta oportunidad las cosas se están haciendo mal, y lamentablemente termina dando la razón a los vecinos cuando insistían en que lo mejor era dejar todo como estaba y a lo sumo volver a pavimentar con asfalto.