JUAN GUTIÉRREZ

Locales | 09 Oct La mañana se presentaba inestable y con alerta meteorológica nacional aún vigente, si bien había pasado de nivel rojo a naranja, las recomendaciones eran mantener ciertos cuidados. Así iniciamos el viaje, el destino, eran territorios que nos resultaban familiares, pero de los que hacía un buen tiempo no visitábamos y buena parte de esos campos aún no conocíamos. Colonia Juan Gutiérrez, ubicada a unos 30 kilómetros al noroeste de Guichón, donde se respira aire de un rico pasado productivo, viviendo hoy un desafiante presente. La colonia se originó en 1940 y hasta 1950 se llamó colonia Uruguaya, porque sus primeros pobladores eran todos criollos.
Posteriormente, y hasta hoy, se llama colonia Juan Gutiérrez en memoria de uno de sus fundadores. Comprende unas veinte mil hectáreas de superficie, de las cuales ocho mil pertenecen a la colonia, mientras que unas doce mil son del establecimiento El Rincón del Queguay. Precisamente en ese lugar se encuentran las ruinas del rancho donde vivió Melchora Cuenca.
Transitando caminos se descubren edificios y obras de ingeniería de referencia, tales como el puente del arroyo Santana, el puente sobre el Paso Andrés Pérez, la sub comisaría – operativa nuevamente desde hace unos tres meses – que depende de la seccional 9ª de policía y el viejo edificio en el que funcionó la escuela 56. Los habitantes son preferentemente adultos mayores y según el Monitor Educativo del Consejo Directivo Central – un estudio elaborado en el territorio – pertenecen a un contexto socio económico medio. Está habitada por una población que no llega a las ochenta personas, en unas catorce familias distribuidas en seis unidades productivas – construidas por el Movimiento de Erradicación de la Vivienda Insalubre Rural (Mevir) – y ocho chacras particulares.
Los límites comprenden: al sur el río Queguay Grande, al norte el río Queguay Chico, al este la ruta 4 y al oeste la confluencia del río Queguay Grande con el río Queguay Chico.
La actividad productiva de la zona es preferentemente agrícola; a través de cultivos de soja, trigo, girasol y papas, alternándose con cría de ovinos y ganado lechero con una particular elaboración de quesos artesanales. Los medios de comunicación que llegan con frecuencia a la zona son radios de Guichón, mientras que algunos de los colonos acceden a los servicios del sistema de televisión satelital. Uno de los puntos de referencia, es la escuela 56, la que funciona en la colonia desde el 1º de abril de 1927. Su actividad se inició en otro edificio, que fue destrozado por una tormenta. Actualmente es atendida por la maestra directora Beatriz Moreno y la auxiliar Noelia Sánchez. Concurren unos 14 alumnos distribuidos entre inicial y quinto año. De ellos 9 son hijos de puesteros de estancia, mientras que los 5 restantes son hijos de colonos. Cuentan con un aula central, salón de informática, biblioteca, cocina, comedor y despensa. Un invernáculo y un amplio espacio verde dan forma al establecimiento escolar. Como otros centros educativos del interior profundo, esta escuela cuenta con aportes de empresas que operan en la zona, el caso de la Fundación holandesa Usmem, que en holandés significa ‘Vaca Madre’. Esta empresa donó dos computadoras de última generación, mobiliario completo y un equipo conformado de una impresora, scanner y fotocopiadora. En breve comenzarán la construcción de un alero que cubrirá la plataforma central del patio interno, que en un futuro no tan lejano, contemplará las necesidades de un nuevo salón.
En tanto la Fundación Logros, acaba de donar un protector para el invernáculo. El tiempo que estuvimos en el establecimiento fue oportuno para compartir un almuerzo junto a los alumnos y al recreo cobró vida un improvisado partido de fútbol. Para esta ocasión – los gurises no dudaron un instante – invitaron al periodista de EL TELEGRAFO a participar del juego, pero enviándolo al arco, cuestión de que tocara la palota lo menos posible.