Deportes | 19 Oct Somos muy respetuosos de las decisiones de los demás, y fundamentalmente si las mismas se enmarcan en un ámbito de razonamiento y equilibrio.
Cada cual, persona o instituciones, debe ser respetada en sus postulados o aspiraciones, si las mismas se enmarcan en el marco del derecho que es menester.
En el caso de los árbitros de básquetbol -caso del cual nos ocupamos en este momento- los hemos apoyado cada vez que algún desaforado, los agravió e incluso, debieron tomar decisiones extremas como suspender un partido, cuando amparados por el reglamento, debieron hacerlo, mal que les pesara a algunos.
Ahora no se trató de una agresión, sino de atentar contra el automóvil del juez Gerardo Tagliani, el que fue pintado con aerosol por uno o varios, no está precisado, energúmenos, de esos que lamentablemente la sociedad en general no está libre y puede ser víctima en cualquier momento. El hecho ocurrió en la calle y por cierto mucho lo lamentamos, porque en este caso como en general, repudiamos el daño contra la propiedad ajena, y por tanto nos solidarizamos con el árbitro Gerardo Tagliani.
Pero eso sí, no compartimos la decisión tomada por los jueces de no seguir arbitrando, hasta tanto la Liga no se haga cargo del costo de la reparación del vehículo. Es poner a todo el básquetbol de rehén, de una situación en donde la Liga, las propias instituciones, aunque se hablara de una involucrada, no tienen responsabilidad. Es parar el básquetbol lisa y llanamente.
Fue una decisión apresurada, la de los árbitros, cuando quizás, procediendo de otra manera, se podría haber logrado algún tipo de apoyo para mitigar el costo de la reparación. “Chapatín”