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Paysandú, Miércoles 21 de Octubre de 2009

Nuestro lugar en el mundo

Deportes | 16 Oct No era fácil. La expectativa era mucha y para ello ayudó no solo el triunfo ante Ecuador de visita, sino el haber sumado seis puntos en dos partidos, algo que hasta el momento era imposible en presentaciones consecutivas.
Pero si bien esto alimentó la posibilidad de que Uruguay clasificara en forma directa al Mundial de Sudáfrica, estaba claro que Argentina sería un rival durísimo.
Primero, porque está a la vista que el potencial de los albicelestes es enorme, más allá de que Maradona no le encuentra la vuelta al equipo. Segundo, porque Uruguay le encuentra la vuelta al equipo en algunas ocasiones, y no tiene (salvo un par de excepciones) las estrellas que pueden desequilibrar de un momento a otro. Y tercero, no en vano Argentina llegaba arriba en la tabla de posiciones sobre Uruguay. Es cierto, a un punto, pero con ventaja al fin.
Y el sacudón que le dio la derrota clásica a la esperanza celeste fue grande. Porque Uruguay fue fiel a su estilo, y se aferró a la irregularidad constante que pregonó a lo largo de toda la eliminatoria. Esta vez el equipo de Tabárez no supo a qué jugar, como sí lo tuvo claro ante Ecuador, como para tomar el ejemplo más reciente y esperanzador.
En esta ocasión los celestes se encontraron imposibilitados de poder romper una férrea barrera que plantaron los argentinos que, pese a lo poquito y nada que mostraron futbolísticamente en la cancha, sí dejaron en claro cuál era su juego. Aguantar y contragolpear; nada más y nada menos que lo que hizo Uruguay en Quito. Jugar con la desesperación del local, al que le servía un solo resultado; como los celestes hicieron en Ecuador.
Lo mal que jugó Uruguay –si se tiene en cuenta que necesitaba ganar-- hizo que, con el paso de los minutos, los hinchas fueran volviendo a posar los pies sobre la tierra y se dieran cuenta que para los celestes no existe ningún partido fácil. Tampoco ante una Argentina que no anda.
Los albicelestes, que se aferraron al empate una vez que Chile le comenzó a ganar a Ecuador, más que nunca se conformaron con el empate.
Y cerraron definitivamente el partido con un gol inesperado, propiciado por el error de Cáceres al generar la falta (que significó su expulsión) que terminó con la pelota en el área, y por la distracción al afinar las marcas.
Uruguay terminó quinto, después de un camino premundialista plagado de irregularidades si hablamos del juego celeste. La quinta, la misma posición que ocupó en las últimas dos eliminatorias, es la que permitió a los de Oscar Tabárez cosechar la posibilidad de un par de partidos más; y una vez gracias a otros.
Por tercera vez habrá Repechaje, se extenderá la eliminatoria y el sueño de llegar al Mundial.
Y quizás sea tiempo de sincerarse y preguntarse si ése, el quinto puesto dentro del fútbol sudamericano, no será nuestro lugar en el mundo.


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