Opinion | 21 Oct La balanza comercial entre Uruguay y Argentina es deficitaria para nuestro país en varios cientos de millones de dólares, en Gualeguaychú los ambientalistas mantienen cerrada la principal conexión carretera internacional y el gobierno del vecino país pretende obligarnos a desmantelar la planta de celulosa de Botnia en Fray Bentos.
Visto de esta manera, parecería que todo lo que proviene de la otra orilla es negativo, pero paradójicamente ese país, que también es responsable en buena medida de la peor crisis económica de la historia del Uruguay en 2002, asimismo tiene el mérito de haber colaborado en buena forma con el vertiginoso crecimiento registrado a partir de 2005. Por supuesto, esta ayuda no es por voluntad del gobierno argentino ni mucho menos, sino que más bien se debe a los tremendos errores cometidos en la conducción económica, que determinaron una fuga de capitales tal que catapultó nuestro crecimiento. En efecto, las políticas agropecuarias del gobierno de los Kirchner con las “detracciones” a la exportación de soja, provocaron una fuga de capitales hacia Uruguay, donde los productores argentinos compraron campos al principio a valores mucho menores que lo que se pagaban en su país pero pronto alcanzaron valores históricos. Los arrendamientos acompasaron los nuevos precios y es así que de 2002 a 2008 el valor de la hectárea se multiplicó por cinco. Esos miles de millones de dólares permitieron que el endeudado productor nacional pudiera hacer frente a sus compromisos y a la vez se reestructurara en otros predios o en menor superficie de tierra.
En otras palabras, la “extranjerización” de la tierra fue lo que salvó al campo uruguayo de la bancarrota. Pero también estos extranjeros, tan combatidos por la izquierda, fueron los que nos enseñaron a plantar soja –que por acá casi no se hacía antes de 2005--, la cual junto con el trigo –cereal que se siembra en segunda instancia para mantener la productividad-- hoy representan más del 10% de las exportaciones de Uruguay. Es cierto que parte del mérito es del actual gobierno uruguayo, por no haber caído en la tentación de aplicar las detracciones de Argentina, aunque no fueron pocas las voces dentro del mismo Frente Amplio que reclamaron políticas de este tipo cuando veían cómo el Estado argentino recaudaba plata fácil. Tampoco trabaron demasiado la venta de campos a extranjeros, aunque todavía este punto es tema de debate de la izquierda uruguaya.
Pero no hay que olvidar que si Uruguay creció por encima de la media de la región durante este período, en buena medida se lo debemos a los argentinos y en especial, a los Kirchner.